Campanella demuestra la creación del universo y la existencia de Dios de un modo tan sencillo que hasta puede resultarnos trivial.
1. El universo, nos dice, es de naturaleza finita, no infinita, en lo tocante a la potencia.
Alcanzamos esta tesis por inducción: nada de cuanto conocemos puede llegar a ser cualquier cosa, sino que, por el contrario, todo -incluido el universo en su conjunto- está circunscrito a límites cuantitativos y cualitativos.
2. Por tanto, el universo no podría ser siempre si no fuera conservado por la potencia infinita de un agente infinito.
3. Asimismo, la causa principal que conserva es idéntica a la que produce, lo que es de por sí evidente.
4. Ahora bien, el universo desde que empieza a ser existe siempre, en la medida en que todo se transforma y nada es aniquilado.
5. Por tanto, el universo es conservado por la potencia infinita de un agente infinito, que es Dios.
6. Por tanto, el universo es producido o creado por Dios.
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La inducción del naturalista es distinta. Razona de la siguiente manera:
“Puesto que nada en el universo puede extinguirse, el universo posee una potencia infinita”.
Pero esta conclusión es incorrecta. Una potencia infinita no se manifestaría sólo en el ámbito de la existencia temporal, sino también en el de los demás modos de la existencia. Así, un universo sin límites cuantitativos ni cualitativos, infinitamente potente, no estaría sujeto a leyes ni a constantes; sería al mismo tiempo todo lo concebible, mientras fuera composible, y tanto el propio universo como cuanto participase de él, si no existiera ya en grado sumo, podría verse aumentado ilimitadamente.
Nada de esto tiene ejemplo en la naturaleza que conocemos.