Te quedas pensando y crees que eres, piensas condenar nuestro existir a un pasado del que te lamentas; no distorsiones la realidad, la hora de tu partida se acerca y aún no te das cuenta de la verdad de tu entorno. Somos parte de un magnetismo genético irreparable, nos acoge el deber y el cariño del pasado. Pero no, eso jamás dará crédito a esa parte tuya, a ese constante murmullo de superioridad basado en la jerarquía misma de la casualidad.
Eres, crees que eres. Nos induces a una vía sin alternativa plausible, nos enseñas a ser malditos para pedir nuestra consideración; escupiste nuestra cara, grabaste nuestra vida de situaciones de las que jamás, aún en profunda entrega a la meditación, podremos escapar. Sí, eres, pero no eres el que fuiste, eres una metamorfosis horrenda de un concepto vacío; ignoras nuestras palabras, lastimas nuestros egos, desvaloras nuestros méritos y enfatizas la nada de tu existencia para hacernos sentir culpables.
Aun expirando tu vida, te aferras a la idea de imposición y autovaloración, mientras la realidad abofetea tu ego para intentar salvar tu alma. No, no lo sabemos todo ni tenemos las respuestas, pero todo lo que nos enseñaste contradice el ahora; somos semillas de tu vida, dispersa en un pensamiento transmitido por instinto a las demás generaciones. No creas en tu grandeza infantil, otorgada por un poder adquirido entre el miedo, el amor y el respeto. Confundiste nuestros sentidos y te hiciste rey en un mundo donde muchos te desprecian.
Crees que nuestro amor es debilidad, juegas con nuestras mentes, acarreas una responsabilidad ficticia, tienes nuestra atención. Es cierto, estamos atrapados en tu gravedad, pero sólo debes considerar como todo eso a lo que juegas ser, es producto de nuestro querer y no de tu poder; ya no somos lo que fuimos, cuando fuiste quien eres, ahora somos el producto de esa metamorfosis horrenda que por destino o capricho has llegado a ser.
Te amamos, aún cuando nos empujas a odiarte, aún cuando te odiamos, pese a todo ello te amamos y cuando todo terminé, para bien o para mal, seguirás en nosotros como una sombra de susurros valorados en el olvido, enalteciendo lo bueno, vejando lo malo, tildándote de lo que no fuiste pero queremos creer que eras, ese que eres bajo tu actual disfraz. Te amamos.