Según la Real Academia se trata de un adjetivo que califica a toda aquella persona que se declara en rebeldía. También remite a todo el que se obstina de forma terca en un parecer erróneo.
Es contumaz, igualmente, aquel que se empecina en mantener una actitud o ideas firmes descaminadas a pesar de recibir consejos o advertencias por su conducta.
Es contumaz el que persiste en mantener un comportamiento equivocado, aún a sabiendas de que le han advertido de su actitud fallida.
Quien opta por la obcecación sin dar su brazo a torcer es también contumaz en su proceder.
Quien se aferra a sus creencias sin contemplar otras posibilidades más razonables y sensatas recae de igual forma en un comportamiento contumaz.
El que rehúye y se aparta a otras perspectivas, descartando el aprendizaje producto de la relación con sus semejantes, también se predispone a la actuación contumaz.
Es contumaz quien permanece invariable, sin alteración, y siendo perjudicial para él o para los demás.
En derecho, resulta contumaz la persona que se niega a acatar una orden judicial o que no se presenta a una citación judicial.
En religión, contumaz es sinónimo de impenitente, es decir, aquel que se obstina en el pecado sin arrepentimiento, llegando a ser considerado un hereje.
En definitiva, la contumacia hace referencia a la obstinación en mantenerse en un error. Es contumaz el procesado que asume una actitud rebelde frente a la autoridad de Ley.
Antiguamente, la contumatia se producía cuando un procesado huía del tribunal que lo estaba juzgando, lo que, por aquel entonces, era una prueba de su culpabilidad.
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