Elia Barceló es una de las figuras más conocidas, traducidas y respetadas del fantástico español. Comenzó a publicar en los años 80 pero solo ahora ha conseguido dedicarse en exclusiva a la escritura, gracias al éxito de su última novela El color del silencio. Es una autora ecléctica, con un estilo muy cuidado, y una de las primeras mujeres en hacerse un hueco en la ciencia ficción española. Charlamos con ella en el Festival Celsius 232 del pasado julio.
Llevas dos años consecutivos visitando Avilés, pero durante este tiempo también has ido a muchas ferias, presentaciones y eventos. ¿Cómo estás viviendo este cambio en tu relación con los lectores?
A mí me gusta muchísimo relacionarme con la gente que lee, en general, y, si además lee cosas que yo he escrito, pues tiene mucha gracia, porque tienes la posibilidad de recibir un feedback. Normalmente escribir es muy solitario; tú sabes lo que querías hacer, nunca sabes exactamente lo que has hecho y solo recibes opiniones de la gente que está muy cerca de ti, de tus lectores cero, de tu familia. Pero lo bonito es cuando te encuentras con gente que no conoces de nada y te da opiniones en las que ellos ponen su experiencia, sus asociaciones. Es una cosa maravillosa. Entonces sí tienes la sensación de que se ha cumplido el proceso. Lo único malo de viajar más es que quita tiempo para escribir. Yo soy disciplinada, escribo en trenes, en aviones y donde haga falta, pero es mucho mejor cuando sabes que tienes tu mesa y tu ordenador, que todos los días te pones y tienes tus horas por delante. Y cuando viajas mucho, eso no se da. Pero no me quejo en absoluto, estoy muy contenta y agradezco mucho a la gente que lea y que me dé sus opiniones.
El éxito de El color del silencio también ha conseguido que se reediten algunas de tus obras, como El secreto del orfebre y Las largas sombras. Por otro lado, también se ha reeditado Sagrada. ¿Qué implicaciones tiene para ti volver a tener estas obras en circulación, con nuevos lectores descubriendo obras que escribiste hace tanto tiempo?
Es una sensación casi mágica lo de volver a darle una nueva vida a una cosa que de la que yo recuerdo perfectamente cuándo la escribí, cómo era el mundo cuando lo escribí y cómo era yo. Ahora encuentras gente que la está leyendo y entonces no había nacido o estaba en la guardería y ahora son lectores adultos y experimentados. Es una cosa estupenda. Además, cuando alguien tiene interés en uno de los textos antiguos, me hace ilusión dejarlo como estaba, no tocar nada, porque ese texto me representa a mí entonces, y pienso que todo el mundo tiene derecho a leer las cosas como surgieron en su época. Si hay algún error tonto, como una repetición de palabra en un párrafo, a lo mejor la cambio, pero nada estructural, nada importante. Me gusta mucho, me parece muy bonito.
La verdad es que no había caído en que ha habido, en fantástico, la reedición de El secreto del orfebre y de Sagrada, que fue mi primer libro. Parece ser que hay gente que, a pesar del tiempo que ha pasado, lo lee y le gusta y se lo pasa bien y da la sensación de que es nuevo, fresco.
"Cuando uno se inventa las cosas pone lo que le da la gana, mientras que si te documentas tienes que leer mucho, mucho, mucho y tratar de que todo case, y es más trabajo. A mí me gusta trabajar".
¿Hay más reediciones a la espera que saldrán próximamente?
Va a salir Consecuencias naturales con Crononauta. Me hace mucha ilusión porque no había caído en que hace 25 años que se publicó por primera vez, por lo que será el aniversario. Suponemos que estará para febrero o así para poder presentarlo en la Feria de Madrid y poder llevarlo al Celsius.
¿Va a consistir simplemente en la revisión del texto o va a ocurrir como en El Informe Monteverde, con ilustraciones y más diferente?
La idea es que haya ilustraciones, igual que en el libro de Lola. Espero que sean unas ilustraciones con las que yo me pueda identificar en alguna medida pero, al fin y al cabo, el artista que las haga tendrá su idea y hará su contribución y es una obra común, paralela al trabajo que hacemos entre los dos. Tiene todo mi entusiasmo detrás.
Tus novelas realistas y también otras fantásticas como Cordeluna o muchos de tus relatos están ambientados en España. ¿Crees que hay un exceso de huida a otros países en la ficción, sobre todo a los anglosajones?
En mi caso es algo absolutamente deliberado. Yo me crié como toda la gente (sobre todo de mi época, pero en esta también) leyendo anglosajones. Daba la sensación que lo único que tenía entidad y enjundia era lo que escribían las personas que escriben en inglés y que presentan mundos anglos, sobre todo ambientados en la Edad Media inglesa. A mí me fastidiaba bastante porque nosotros tenemos tanta Edad Media como cualquier otro país europeo, y tenemos además una Edad Media muy interesante, muy movida y con muchas cosas que vale la pena explorar. Me parece un poco idiota que cuando un autor español escribe sobre la Edad Media o una época pasada se vaya a una Edad Media prestada, postiza, de otro país. ¿Por qué no trabaja sobre la suya?
También pensé que para muchos resulta que si no haces la cuestión anglosajona no vas a vender (eso es lo que piensan ellos). Y es verdad. Por ejemplo, Cordeluna ha vendido en España 85000 ejemplares o algo así, pero, por ejemplo, en Alemania no se ha traducido todavía porque es una Edad Media con la que la gente no está familiarizada; si eso sucediera en la corte del Rey Arturo ya estaría hecho. Pero en España tenemos que aprovechar lo nuestro.
Por otro lado, también me doy cuenta de que hay otros autores que piensan que inventar una Edad Media les resulta menos trabajoso que documentarse sobre la que existió. Cuando uno se inventa las cosas pone lo que le da la gana, mientras que si te documentas tienes que leer mucho, mucho, mucho y tratar de que todo case, y es más trabajo. A mí me gusta trabajar.
"La mayor clara evolución que he visto es la presencia de mujeres. Las mujeres han empezado a avanzar, cada vez hay más. Más grandes mujeres que escriben y grandes proyectos. Es una maravilla".
Ahora estás acabando una novela realista y a punto de comenzar una nueva historia de género, ¿hay algo que nos puedas contar tus proyectos?
Pues no mucho, porque tengo cuatro o cinco empezadas. Estoy terminando esta, que es realista y saldrá en Roca la próxima primavera, y luego tengo dos que me atraen mucho. Ya las tengo bien empezadas, con más de cincuenta páginas, que eso para mí es que la cosa ya tiene visos de que va a llegar a un buen final. Pero precisamente ayer hablaba con mi hija y me decía "no vuelvas a decir lo que estás haciendo porque todo el mundo va a decir que ya lo dijiste el año pasado y no has avanzado nada". Así que no puedo decir exactamente qué es, pero que es fantástico sí. No ciencia ficción, sino más bien fantasía oscura.
¿Qué evolución ha percibido Elia Barceló en el género en España desde sus primeras publicaciones?
Toda. Yo empecé a escribir o publicar con 21 años o así, hace ya casi cuarenta. Así que la mayor clara evolución que he visto es la presencia de mujeres. Las mujeres han empezado a avanzar, cada vez hay más. Más grandes mujeres que escriben y grandes proyectos. Es una maravilla.
Otra cosa en la que también hemos avanzado mucho es lo que decíamos de que no nos da vergüenza ser españoles. Ahora puedes hacer una novela de ciencia ficción donde haya personajes que se llamen Paco y María y a nadie le da ninguna vergüenza y le parece una cosa muy normal, y en el espacio también hay españoles, igual que americanos. Eso en mi época era impensable y se ha conseguido.
Y una cosa maravillosa es que se ha conseguido que los lectores no piensen directamente que cuando en una portada hay un nombre inglés tiene más posibilidades de ser buena, sino que da igual como se llame el autor o autora español que ha escrito la novela, hay que darle las mismas posibilidades, hay que intentarlo igual que con un autor desconocido anglosajón. A nivel comercial, los libreros compran y exponen igual obras de españoles que de extranjeros; en todos los festivales hay más o menos paridad y ya no es nada que llame mucho la atención. Y, en las librerías y las bibliotecas, fantasía ciencia ficción y terror ya tienen un espacio consolidado y no siempre en el último rincón. A veces, pero no siempre; antes era siempre, tenías que irte a donde se acababa la librería para encontrar algo que tuviera relación con lo que te gustaba.
"Cuando alguien tiene interés en uno de los textos antiguos, me hace ilusión dejarlo como estaba, no tocar nada, porque ese texto me representa a mí entonces, y pienso que todo el mundo tiene derecho a leer las cosas como surgieron en su época".
Ahora que hay mucha más gente que ha perdido los complejos y está publicando cosas muy interesantes, ¿cuál crees que es el problema para autores españoles a la hora de conseguir traducciones fuera? Editoriales nuevas están apoyando a autores españoles pero empiezan con traducciones, seguimos leyendo mucho de fuera. ¿Cuál crees tú que es el causante de esto?
Tiene dos vertientes: que nosotros leamos a extranjeros y que no nos lean fuera. La cuestión de que no nos lean fuera es, primero, inercia: están acostumbrados a abastecer su propio mercado; segundo, dinero. Cuando una empresa inglesa o alemana se plantea sacar ciencia ficción, si la saca de su propia lengua se ahorra todos los gastos de traducción y de introducir un nuevo nombre en el mercado. Así que, a no ser que en tu país hayas tenido un éxito salvaje y que todos hablen de ti, todo el mundo piensa "¿para qué vamos a traducir?". En EEUU piensan "si nosotros tenemos miles de autores, ¿qué nos van a aportar los de fuera?". Muchas veces en el ambiente estadounidense tienen esa idea de que lo que escriben los de fuera no les interesa porque, o bien escriben como ellos, que es lo que quieren leer y para eso ya tienen a los propios, o escriben muy raro y muy diferente, y eso solo les importa a unos cuantos. Pero España, que no es un país tan exótico como África, ¿qué nos van a contar que no sepamos? Por eso no funciona.
Y en nuestro caso pienso que también es la inercia de que, desde siempre, los libros importantes y serios venían de fuera. En la escuela te cuentan que los españoles no tenemos fantasía, que la literatura española no es dada a la fantasía, que es realista. Mentira podrida, jolín. ¿Qué es Don Quijote, más que el triunfo de la fantasía? Siempre se gira hacia lo realista, así que hemos crecido pensando que no tenemos esa capacidad de imaginar que tienen los estadounidenses. Es mentira, claro que la tenemos y lo estamos demostrando muchísimo. Pero todo necesita tiempo. A ver si dentro de veinte años en las escuelas también se habla de literatura fantástica y se va entrando un poco a través de la literatura juvenil. Mi esperanza es que esos chicos y chicas que han leído a los catorce, quince, dieciséis, continúen.
También con eso quizá tenga que ver que ahora haya muchos más proyectos relacionados con el fantástico en universidades, ¿no?
Sí, de hecho, hay bastantes universidades que se están interesando por esto y que están haciendo cruces con el fantástico y cuestiones de género o cuestiones migratorias, y son cruces muy fértiles y muy interesantes. Pero, por desgracia, sigue habiendo muchísimas universidades donde eso es anatema. Aparte del Siglo de Oro, la Ilustración y el Realismo de Galdós no se hace otra cosa. Muchas veces también pienso que es cuestión de falta de ganas de trabajar porque, si te metes en este tipo de trabajos, tienes que hacer el trabajo de base. No hay literatura secundaria suficiente, tienes que producirla tú, mientras que si te pones a estudiar a Galdós, solo con leer lo que se ha escrito sobre él ya justificas tu existencia seis años. Esa es la cuestión, que a veces no todo es tan limpio y tan puro.
Tú sí que tienes muchas traducciones fuera. ¿En qué país has tenido más proyección? ¿Qué relación tiene Elia Barceló con los lectores allí?
El país donde más lectores tengo es Alemania; después, Holanda funciona muy bien. Escandinavia (Suecia, Noruega) también van bastante bien. Y un libro concreto en Rusia, El almacén de las palabras terribles, lo leen en un montón de escuelas, me han invitado dos veces ya y se lo pasan muy bien, al parecer les gusta mucho. Pero es curioso, porque no funcionan los mismos libros en distintos países, da la sensación de que hay libros que contactan mejor con la sensibilidad de un país que otros.
Donde más relación tengo con los lectores es en Alemania, porque yo llevo 37 años viviendo en Austria y hablo alemán al mismo nivel que el español. Por eso puedo ir a clubes de lectura, presentaciones y puedo de verdad hablar con los lectores. Son muy interesantes esas reuniones, siempre lo paso muy bien y me gusta un montón. Holandés no hablo y noruego tampoco, pero al menos con el inglés nos entendemos.
En relación con Alemania, hace años contabas en otra entrevista que allí se hacen muchas lecturas y comparabas estas presentaciones con las que se hacen en España. ¿Crees que habría interés en hacer este tipo de eventos aquí?
Sí, estoy convencida. No solo teóricamente, sino que llevamos probando un año en dosis homeopáticas. Yo le conté a mi editorial cómo se hace en Alemania y ahora muchas veces leo un poquito cuando se hace una presentación, incluso para libreros. En Alemania leo cincuenta minutos, aquí a lo mejor solo cinco; elijo un par de fragmentos de mi novela, los leo en voz alta y luego lo comentamos. Y gusta mucho. A mí siempre me habían dicho que los españoles no tenemos paciencia para eso, como si nos faltara algún tornillo; los españoles tenemos perfecta paciencia, igual nos aguantamos una conferencia de una hora. Y me he dado cuenta de que sí les gusta. Lo que no les gusta, ni español ni de ningún sitio, es cuando un autor no sabe leer, cuando lee farfullando, tropezándose, en voz bajita y sin ningún tono. Pero si lees bien, a todo el mundo les gusta que le lean, desde pequeño hasta que se muere. Pienso que vamos a ir desarrollándonos en esa dirección, de que haya un poco más de espectáculo: leer, conversar, preguntas, tomar una copa de vino. Es una cosa muy bonita, muy agradable.
"Otra cosa en la que también hemos avanzado mucho es que no nos da vergüenza ser españoles. Ahora puedes hacer una novela de ciencia ficción donde haya personajes que se llamen Paco y María y a nadie le da ninguna vergüenza".
Siempre has comentado la influencia de Borges o Cortázar en tus obras y en tu forma de enfrentar la literatura. ¿En qué medida son tu referente estos y otros autores?
Borges me interesa, me gusta, pero no me ha marcado mucho. Cortázar sí, para mí es el maestro. Aunque suene muy mal, la mayor parte de los escritores aprendemos de los muertos. A veces aprendes de los vivos, pero otras aprendes de gente que lleva muerta cincuenta o quinientos años; entonces oyes su voz, te gusta su sensibilidad y te dedicas a leerlo como escritor para aprender de él. Te fijas en cómo hace esto, cómo ha conseguido conmoverte de esta manera, por qué te da risa o miedo lo que lees, cómo lo ha hecho. Con Cortázar lo hice mucho, durante mucho tiempo, y lo sigo haciendo. Hay cuentos que me los sé perfectamente, hay principios de cuentos que me sé de memoria. Es grande para mí y compartimos sensibilidad.
Seguramente esta pregunta te la hagan a menudo pero, con la extensa obra que tienes, ¿por dónde recomendarías empezar a un amante del género?
La cosa está difícil, ¿eh? Quizá con la primera, con Sagrada, porque hay un muestreo de temas que me interesan. Lo más sensato es empezar por cuentos, porque así el lector ve si le gusta mi estilo y el tipo de tema o sensibilidad que utilizo. También diría La maga y otros cuentos crueles, porque ahí hay cuentos de ciencia ficción, terror, fantástico en general, de dark fantasy y realistas; así el lector tiene un escaparate y puede decir "me gustaría algo como esto" y derivar a otra obra. O El secreto del orfebre, que tiene el tema del tiempo, que para mí es tan importante, la paradoja temporal, y el amor, que también es central en todo lo que escribo. No necesariamente el amor de pareja o romántico, pero el amor como motor de todo.
Muchas gracias, Elia, ha sido un placer.
Gracias a vosotros. Una conversación encantadora y maravillosa.