¿Qué es el arte? Sobre esta cuestión han surgido verdaderos ríos de tinta. Muchos han intentado resolverla, por lo que el concepto ha ido mutando dependiendo de la perspectiva histórica y social desde la cual era visto.
Dino Formaggio que declaró: “Arte es todo lo que los hombres llaman arte”. Yo puedo afirmar que una montaña es arte, y según Formaggio tendría razón, pero esa montaña no ha sido construida por el ser humano y por consiguiente, esta desprovista de cualquier intención comunicativa o estilística; simplemente ha sido fruto de la orogénesis y la posterior erosión de la orografía por factores exógenos. Por lo que creo que debido a la ambigüedad de la declaración de Dino Formaggio, es justo considerarla nula, de lo que extraemos la reflexión de que no todo puede ser considerado arte. Es ahí cuando surge el conflicto, si no todo puede ser considerado arte ¿que es lo que sí puede serlo?
Para resolver esta incógnita, empleare el concepto de arte más común y generalizado. Arte es todo aquello, creado por una o varias personas, con objeto de expresar mensajes, ideas, impresiones o sentimientos, por lo que sus intenciones son principalmente comunicativas y estilísticas. Si analizamos detenidamente esta definición, descubriremos que para que algo pueda ser considerado arte, no es necesario que el resto de la gente lo vea como tal, pues la esencia del arte subyace en aquel que lo crea y en sus intenciones. Dicho de otro modo, no depende de los receptores sino de los emisores y su mensaje que algo pueda ser considerado arte.

Claro está que hoy en día, la verdad aparente y generalizada se haya subyugada por la tiranía de la mayoría. Con la aparición de Internet, y las consecutivas apariciones de redes como Youtube o Twitter, todo el mundo cree que tiene el derecho de decir algo, e incluso que tiene algo interesante que decir, por el simple hecho de que tienen la posibilidad de hacerlo. La gran mayoría de la gente tiene algo bueno que ofrecer a los demás pero, como Internet no es otra cosa que una representación de la vida real, y en la vida real hay imbéciles, no es de extrañar que estos también estén en la web, ofendiendo a la gente, imponiendo su criterio, y confundiendo al criterio de la gente. Si creen que algo es gracioso, lo suben a la red, si creen que la última frase que les ha rondado por sus sórdidas cabezas es ingeniosa, la suben a la red, y si creen que, por ejemplo, algo no es digno de ser llamado arte, no reparan en comentarios mediocres provistos de fútiles argumentos.

El arte es demasiado complejo como para ser estructurado entre lo que SÍ es arte y NO es arte. Toda esta confusión, puede que sea causada por la intención de ver con ojos objetivos al arte. El arte es lo más subjetivo que existe. Meternos en el terreno del arte, es meternos en el mundo de lo intangible, en los derroteros de lo onírico y lo arbitrario. Se trata de dominios en los que en algunas ocasiones reina el orden, y en otras el caos.
Es por eso que, lo que aparentemente pudiera no ser arte, en ocasiones si lo es. Existe una obra de arte llamada La Fuente (Fountain) que no es otra cosa que un urinario, en la cual su creador firmo con un nombre falso y un número: “R. Mutt 1917” A simple vista, las impresiones que esta obra transmite son incredulidad, risa y asombro.

R. Mutt no es el verdadero nombre del autor, por lo que, aunque no se sabe con certeza, se le atribuye a Marcel Duchamp. Ese número, podría ser especialmente significativo para Marcel, como podría haberlo escrito con la más fútil azarosidad. ¿Y si 1917 es una fecha? En 1917, el mundo se hallaba en la Primera Guerra Mundial. En Rusia surgió el primer gobierno comunista de la historia, Alemania declara la guerra submarina total, EEUU entra en la guerra en el bando de los aliados.
Puede que Marcer Duchamp quisiese transmitir que la guerra es tan sucia como el lugar destinado a depositar los desechos, o puede que no quisiera transmitir nada y tomarnos a todos el pelo, como también puede que quisiera transmitir que cualquier cosa puede ser convertida en arte, y esto nos ayuda a comprender algo mucho más importante de lo que pueda parecer.

No todo es arte, pero cualquier cosa puede ser convertida en arte. Un ejemplo fue Andy Warhol, que con una simple lata de sopa de tomate Campbell, hizo uno de los cuadros más famosos y reconocibles de la historia. Una montaña no es arte, pero yo puedo fotografiarla, hacer una película en torno a ella (como Encuentros en la tercera fase) o dibujarla o irme a una para buscar inspiración y componer una canción o un poema. Por lo que el arte, en cierto sentido, se encuentra en todas partes, de manera latente o manifiesta. Es como lo que decía Miguel Ángel, “cada bloque de piedra tiene una estatua en su interior y es la tarea del escultor descubrirla”. Tal vez Formaggio debiera haber dicho “Todo puede ser arte”.
Si todo puede ser arte, tal vez debiéramos distinguir, no entre lo que es o no es arte, ya que en todo subyace una esencia artística que podría ser despertada, sino en lo que podemos considerar como buen arte y arte mediocre. Pero jamas se podrá ver el arte con ojos objetivos. La objetividad pertenece a la ciencia, y la subjetividad al arte.

El arte trata de contar mentiras para explicar verdades más complejas. Gracias al arte, el hombre es capaz de soñar e imaginar cosas, y de no ser por esa imaginación desbordante, intrínseca en el ser humano, la ciencia jamás podría haber tenido el material de inspiración necesario para convertir los sueños en realidad. Julio Verne fantaseaba con que el ser humano fuera a la Luna cien años antes de que sucediese con el Apolo 11.
Es esa misma esencia ambigua y abstracta que no nos permite concretar que es el arte, la misma que nos apasiona y nos invita a evadirnos de la realidad, en favor de universos más ilusorios placenteros y soñadores. Mantener la incógnita sobre el significado del arte, es mantener el misterio y la pasión inherentemente romántica que el arte despierta.
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