Si es tu primera visita, me gustaría darte la bienvenida que te mereces.
Es uno de los temas que más me preocupan, supongo que por eso hablo de ello muy a menudo. La cultura del dolor y el sufrimiento es algo que nos inculcan desde que nacemos, forma parte de nuestras creencias, por lo que es comprensible que la práctica de ejercicio físico también se haya visto salpicada por ella y sigan teniendo tanta tirada eslóganes como el “no pain, no gain” o manifiestos como el del skyrunner. Insisto, no es un problema del deporte en sí, sino un problema cultural -lo que opino al respecto lo puedes leer en esta entrevista que me hicieron hace unos días.
Este mito ha dado pie a que un número importante de gente que practica ejercicio físico lo haga en exceso, hasta la extenuación, facilitando la aparición y desarrollo de cantidad de lesiones y provocando que el ejercicio se convierta en algo poco placentero, lejos de lo que yo entiendo como fluir, o lo que es peor, que se lleguen a distorsionar esas señales de dolor que manda el cuerpo y se interpreten como algo placentero y, consecuentemente, beneficioso. De ahí que también estén muy arraigadas otras creencias del tipo “si no duele es porque no has trabajado bien” -sobre todo cuando se trabaja analíticamente- o “las agujetas son buena señal”.
Como intento de rectificación, o al menos para que quien se interese un poco por el tema pueda encontrar un punto de vista distinto, me gustaría aportar desde aquí mi granito de arena para que la gente comprenda realmente lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo cuanto éste nos envía sensaciones de dolor. Y para ello he querido contar con la ayuda de tres expertos del dolor, tres profesionales -un médico, un psicólogo y un fisioterapeuta- que desde diferentes ámbitos conviven con el dolor de las personas cada día. Sólo les pregunté una cosa: ¿qué es el dolor y para qué sirve? El resto es cosa suya -verás que coinciden bastante, qué casualidad… Espero que disfrutes de esta serie de posts.
Por mi parte no me cansaré de insistir. Para mantenerse en forma, para disfrutar de una salud y bienestar excelentes, incluso para obtener resultados -eso que no me gusta nada…-, ni el sufrimiento ni el dolor son necesarios. Es mejor fluir.
Nuestra primera invitada es Marta García, médico especialista en Anestesiología -o sea que de dolor sabrá un rato. Tal vez ya la conozcas por ser una de las componentes y autora del blog Soy Manada. Si no lo has visitado nunca, te recomiendo echarle un vistazo, sobre todo porque tocan todo lo referente a la coherencia natural y la dieta evolutiva desde un punto de vista más familiar, niños incluidos. Veamos qué opina sobre el dolor.
Marta, ¿qué es el dolor y para qué sirve?
Def. Real Academia: Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior.
Nada más y nada menos.
Quizás para entender mejor qué es el dolor o cúal es su función, será más fácil si imaginamos al ser humano en su estado natural, aislado de la sociedad desarrollada actual, para así comprender mejor su función biológica.
El dolor es básicamente un sistema de aviso muy complejo y sofisticado. Capaz de transmitir información de forma muy precisa, nos avisa de que algo no funciona bien o nos alerta de algún peligro para nosotros, y con ello intenta asegurar nuestra supervivencia. De hecho, el dolor es una herramienta evolutiva de los seres vivos más evolucionados.
Es un sistema que realiza varias funciones: detecta estímulos potencialmente nocivos (que pueden ser externos o internos), los transforma en información, transmite esta información y la procesa y, finalmente, genera una repuesta (ya sea consciente o automatizada).
Además, como todos sabemos por experiencia propia, tiene como característica principal que es una vivencia o sensación desagradable. ¿Por qué? Pues porque es la forma que tiene nuestro cuerpo de asegurarse (o al menos intentarlo) que vamos a evitar aquello que nos está causando el dolor.
Algunos ejemplos:
- Si nos pinchamos el dedo con la espina de un rosal apartaremos rápidamente y de forma automática la mano, sin que nos dé tiempo a tener consciencia del dolor. Es un dolor que ha provocado una respuesta inconsciente y automática, que evita que nos sigamos pinchando.
- Si sufrimos una gastroenteritis aparecerá dolor abdominal provocado por todo el proceso inflamatorio gastrointestinal. Esta información llegará a nuestro cerebro y seremos conscientes del dolor, provocando una respuesta más compleja: no comer nada y reposar, buscar ayuda… también encaminada a poder superar esta situación.
¿Y cómo funciona este sistema de aviso?
El dolor y toda su fisiología dependen del sistema nervioso (para ser más exactos forma parte del sistema nervioso). Para hacerlo más comprensible se suele comparar con un sistema eléctrico o informático. Existen unos “vigilantes” (receptores) encargados de detectar todo aquello que puede ser perjudial para nosotros. Cuando detectan algo dan la señal de alarma activando un “interruptor”. De este interruptor sale la información a través de unos cables (nervios) por donde viaja de forma rapidísima. La información llega a diferentes sitios en cada situación. A veces llega a centros de procesamiento más sencillos (médula espinal) que generan repuestas también más sencillas y automáticas. Otras veces, llegan a centros de procesamiento complejos (cerebro) ya que las respuestas requeridas serán más elaboradas y complejas, implicando actos conscientes. Y todo ello encaminado a evitar la causa del dolor y así asegurar nuestra supervivencia.
Pero esta explicación es demasiado sencilla. En realidad, el funcionamiento del dolor es generalmente más complejo. Interfieren en él multitud de factores: psicológicos, sociales, personales, culturales, etc. Que modifican tanto su vivencia como las respuestas que provoca.
De todas formas, creo que así se podría definir el dolor en su origen. Su sentido biológico sería funcionar como un sistema de alarma, que nos informa de peligros externos o de la aparición de enfermedades internas. Nos avisa para que busquemos la solución al problema y podamos seguir viviendo.