Una de las inflamaciones más habituales que podemos sufrir en nuestra piel es el eccema seborreico. Se caracteriza por producir picor, enrojecimiento de la dermis, descamación e, incluso, fisuraciones.
El eccema seborreico llega a afectar una buena parte del cuerpo humano. Aparece en la cabeza en forma de caspa y picor y se extiende por todo el rostro, orejas, tórax, debajo de las mamas y parte de las extremidades. Puede aparecer tanto en personas adultas como en bebés, en los que tiene especial incidencia en la zona donde llevan el pañal.
Las causas de este eccema son desconocidas, aunque sí se ha demostrado ampliamente su componente genético que lo convierte en un problema hereditario en muchas familias. Es habitual que se presente en forma de brotes más o menos intensos que se relacionan tanto con sufrir ciertas enfermedades como con factores externos: estrés, cansancio, frío, uso de jabones inadecuados… Los brotes más importantes se dan cuando existe una infección secundaria por hongos o bacterias y cuando las glándulas de la piel tienen un exceso de secreciones grasas.
Administrar un tratamiento único a un problema de eccema o dermatitis seborreica es algo complicado, ya que es un trastorno crónico que debe controlarse de forma continua con cosmética adecuada. También debemos asegurarnos de mantener una higiene adecuada con jabones antiseborreicos. Al aparecer un brote deberemos recurrir a tratamientos coadyuvantes como esteroides tópicos y ácido salicílico.
En los casos que el eccema seborreico afecte principalmente el cuero cabelludo en forma de caspa es recomendable intentar controlar la situación evitando en lo posible la aparición de brotes con el uso de champús que contengan elementos como el ketoconazol y el sulfuro de selenio.