Este se caracteriza por ser un campo de juego para la inteligencia creadora, donde los proyectos o las posibilidades elegidas por ella, nos permitieron inventar, y así, transformar sutilmente las operaciones mentales dirigidas a modificar, enriquecer y ampliar la realidad. De este modo, se da un ineludible instante en el cual, determinaremos a qué fuerza vamos a entregar el control de nuestro comportamiento sometiéndonos a las órdenes del proyecto deseado.
Estamos ante el propio escenario de la acción, pues es un conjunto de interacciones mentales entre el espacio, el tiempo y la acción que se sitúan en la intersección del mundo concreto y su materialidad del momento, con la ficción imaginada como mundo posible.
Por tanto, nuestro cuerpo crea el espacio y la duración de nuestros movimientos miden su extensión, lo habita constituyendo un mundo concreto y un mundo posible en donde se mezclan todos los elementos visuales, sonoros y textuales del entorno preexistente.
Este es un espacio creado como el lugar de encuentro para la expresión, en él, se realizan diversos enlaces asociativos que conectan las estrategias de Arte con la suma de trayectos posibles dibujados en la realidad y todo ello, en base al incansable sistema de preguntas propuestas por cada individuo. Ya que no vive a la espera del estímulo, sino anticipándolos y creándolos sin parar.
Tal es la actividad de la inteligencia creadora que embarcada en proyectos artísticos, se hará inteligencia artística dirigiendo sus ocurrencias y sus espacios creados hacia la transformación de su desarrollo.