No es una pregunta retórica ni va con segundas. Me hago esta pregunta porque yo nunca he tenido esto que llaman instinto maternal antes de tener a mis hijos y me apetece reflexionar sobre ello.
¿Qué es un bebé?Así de radical. En mi casa, siempre hemos sido todos adultos. Yo fui la pequeña de todos los nietos (muchos) por ambas partes. Hasta mi juventud, cuando mis primos se casaron, no había visto a un bebé de cerca y tampoco tuve una relación demasiado estrecha con ellos como para relacionarme con ese mundo.
De pequeña tampoco recuerdo jugar a ser mamá, al parecer un indicativo de que tienes un innato instinto maternal. No es que fuera un bicho raro, porque jugaba con muñecas, pero nunca tuve un Nenuco (¿se llamaba así?) y tampoco lo eché en falta.
En las sociedades antiguas en las que las familias en el más amplio sentido de la palabra convivían juntas en estadios más comunales que las islas en las que se han convertido nuestros núcleos familiares, todos los miembros del clan vivían, convivían y compartían todos los ciclos de la vida, desde el nacimiento hasta la vejez. No fue mi caso. Pasé como decía, una infancia y adolescencia rodeada de adultos y con la consigna de que mi futuro debía centrarse en estudiar para ser una buena profesional. Nada de ser mamá. No culpo a nadie por no habérmelo explicado. Simplemente sucedió así.
¿No os animáis?Llegados a los 30, felizmente casada, evidentemente la Gran Pregunta estaba en el aire. ¿No os animáis? No si yo soy una persona muy animada. Pero no entendía muy bien la pregunta en cuestión y tampoco me agradaba que se metieran en mi lecho conyugal con esa desfachatez. Para qué nos vamos a engañar.
Cuando la pregunta era más directa y me preguntaban si es que era que no me gustaban los bebés mi respuesta era que sí, que eran muy monos (sobretodo los de las películas) pero estos crecen y se convierten en seres adultos. Porque esto sí que fue algo que me transmitieron mis padres, un profundo sentido de la responsabilidad. Ser responsable de mis actos igual que ellos, incluso ahora, son responsables de los suyos y de los de sus hijos.
La ciencia me da la razónBueno, pues ante este panorama de mujer-sin-instinto-maternal-tachada-de-insensible, la ciencia parece que me da la razón. Según el psicoanálisis, el instinto maternal no existe como tal antes de tener un hijo en la esencia femenina, sino que es un cúmulo de mensajes externos sociales que hacen que las mujeres lleguen a desear tener un hijo.
¿Qué sabemos de la maternidad antes de ser madres?Pues lo que nos cuentan las demás madres, lo que nos quieren contar. Pero no tenemos un conocimiento cien por cien objetivo de lo que es y lo que supone. Así, las opiniones de otras madres, sumadas a nuestra experiencia personal, más nuestra situación profesional crean una complicada ecuación que permite despertar o no ese llamado instinto maternal.
Lo que sí sabemos en este tiempo que nos ha toca vivir es que la maternidad se puede llegar a controlar. Un hecho de pura supervivencia de una especie se ha convertido en algo social, anti-natural, si se me permite la exageración. Porque tener hijos no forma parte de un plan global en lucha contra nuestra propia extinción. Tener hijos se ha convertido en un placer personal de la pareja que decide tenerlos. Y los decide tener por razones sociales.
¿Por qué tuve hijos? Seguro que alguna de vosotras se lo estará preguntando a estas alturas. Pues muy sencillo. Por amor a mi pareja. Mi marido tenía el instinto paternal despierto desde que nació y cuando me casé con él lo sabía y fue consecuente con mi decisión. Y el amor por mi compañero me trajo el mejor amor que nunca hubiera podido imaginar aunque hubiera jugado con todas las muñecas del mundo.
La hormona del amorAntes he dicho que el instinto maternal no existe antes de tener un hijo. No así cuando nace. Durante el parto y la lactancia, el cuerpo de la mujer produce la hormona llamada oxitocina y que poéticamente (y muy acertadamente) se llama la hormona del amor. Esta hormona, además de favorecer la contracción del útero y la subida de la leche, provoca un estado de paz y de vínculo maternal o decirle como queráis.
Ver a tu hijo frente a ti, tocarlo, abrazarlo, que se alimente de ti. Eso nadie te lo puede explicar en toda su magnificencia. Es imposible.
Cuando la hormona del amor desaparece, el amor maternal permanece, nunca más desaparezá. Bueno, al final sí que puedo decir que conozco el instinto maternal. Pensar a todas horas en mis bebés, no poder separarme de ellos, haber conocido el Amor en mayúsculas, incondicional, impagable, desinteresado. Bueno, al final, tras esta larga elucubración, me quedo más tranquila, no soy tan bicho raro.