Esta práctica consiste en la aplicación de una serie de técnicas pertenecientes al campo de la neurociencia, estudiando los efectos que la publicidad y otras acciones de promoción tienen en el cerebro de los receptores.
Se trata de ahondar en el punto más psicológico y emocional del consumidor para poder predecir sus conductas, es decir, saber qué decisión de compran van a tomar. Para ello tiene en cuenta una serie de variables que, estudiadas en conjunto, permiten obtener conclusiones fehacientes sobre lo que va a ocurrir en la mente del consumidor.
Esta disciplina, bien aplicada, permite conocer los deseos más profundos de tus consumidores, qué les motiva a tomar una decisión concreta y qué elementos influyen en la toma de ésta. Además, permite extrapolar estos resultados de estudio al ámbito de un grupo determinado, con una serie de características similares, como edad, intereses, aficiones, etc.
Su función principal es la de mejorar las técnicas y recursos publicitarios con el fin de ayudar a entender cada vez más el complejo y abstracto mundo interior del consumidor, así como la relación existente entre la mente y la conducta del receptor.
Existen infinidad de anuncios que, a simple vista y a ojos de inexpertos, pueden parecer similares aunque en la práctica difieren muchísimo. Cada parte, punto o elemento que compone un anuncio activa diferentes zonas del cerebro que pueden ser positivas o negativas.
Las partes positivas transmiten estímulos relacionados con el sistema de recompensas, placer, lujuria, deseo, afecto, confianza…. Cuando se activa esta parte existe ya una predisposición muy alta a comprar. En cambio, cuando se alude a la otra parte, la más negativa, se reproducen experiencias relacionadas con experiencias desagradables, como dolor, rabia, enfado, injusticia, etc y, obviamente, la decisión de compra no se llevará a cabo.
No todo es positivo en la aplicación de esta técnica psicológica; existen muchos detractores que apelan a una posible invasión de la intimidad de las personas, al poder llegar a orientar las emociones personales hacia productos o servicios del mercado.
En definitiva, el Neuromarketing supone un avance en el campo de la investigación de mercados, donde reporta muchísimos resultados que hasta ahora ningún estudio económico ha podido esclarecer.
No hay publicidad más efectiva que aquella que genere sensaciones en el consumidor sin que éste sea consciente de ello y sin que se requiera un gran nivel de esfuerzo y atención.