El parto humanizado es aquel en que tanto la madre como el bebé son los principales protagonistas de todo el proceso, ya que es la madre quien decide cómo quiere llegar el parto, quien toma las decisiones y quien quiere tener a su hijo dentro de un proceso normal y saludable, un proceso donde la tecnología y los medicamentos no tienen especial importancia.
Este parto se basa en lo afectivo-emocional de las personas, en las necesidades de sus protagonistas, en las decisiones de dónde, cómo y con quién parir. Los padres son los verdaderos protagonistas, así como el bebé.
En este parto humanizado no se debe intervenir o interferir de forma rutinaria el proceso natural, a menos que exista un riesgo evidente sobre el que actuar, se debe reconocer las necesidades individuales de la pareja y el modo en que quieren llevar la experiencia, ya sea el domicilio o el centro. La asistencia médica sólo interviene cuando existan complicaciones pero debe encontrarse en un segundo plano.
Además de esto, se debe respectar la intimidad del entorno, tanto en el parto como en el nacimiento, promover el vínculo personalizado entre la asistencia profesional y la pareja, guardar el vínculo inmediato entre la madre y el recién nacido, sin coger el bebé tras el nacimiento, bebé que es mejor que quede con la madre, evitando que se tenga que someter al bebé a exámenes innecesarios o maniobras que no son necesarias.
El bebé debe estar con la madre a la que conoce y le da seguridad, adaptarse a la nueva vida, por lo que no es conveniente separarlo de la madre tras el nacimiento.
Además, se debe favorecer la libertad del movimiento o posición de la mujer durante todo el trabajo del parto, ya sea parto en el agua, semisentada o de cuclillas.
Ya son varios los hospitales que tienen en cuenta el parto humanizado como una de las nuevas tendencias, sin embargo no son demasiados los que lo tienen en cuenta.