El huevo es uno de los alimentos que causa más reacciones alérgicas en cuanto se ingiere. Se produce cuando el organismo produce inmunoglobulina E dirigida contra el huevo que hemos ingerido, ya sea la clara o la yema.
La reacción alérgica al huevo implica la aparición de una serie de síntomas cutáneos, gastrointestinales y respiratorios (principalmente asma) que pueden llevar en casos extremos a que se presente una situación de anafilaxia que incluya hipotensión, colapso vascular y problemas con el ritmo del corazón. Todas estas reacciones suele darse dentro de la primera hora después de comer huevo.
El huevo es una de las alergias alimentarias más frecuentes en niños junto con la leche. En este caso acostumbra a desaparecer antes de los 6 años y ocasiona sobretodo dermatitis atópica, síntomas digestivos y problemas respiratorios. Se le relaciona con el riesgo posterior a la sensibilización a aeroalérgenos y desarrollo de rinitis y asma.
El diagnóstico de la alergia al huevo se realiza a través de la historia clínica, pruebas cutáneas, serológicas y de exposición, siempre controladas para evitar posibles reacciones y nunca en niños menores de 2 años por mucho que hayan tenido síntomas. De todos modos, una vez confirmada la alergia el único tratamiento posible es evitar la ingesta de huevo en una dieta que resulta ser muy estricta, ya que este alimento forma parte de una gran cantidad de producto, aunque sea de manera muy secundaria: pastelería, bollería, embutidos, caramelos, helados, consomés, sopas, embutidos… Incluso hay que vigilar a la hora de adquirir ciertos champús y productos cosméticos y medicamentos.
El alergólogo le informará sobre la necesidad en su caso particular de llevar encima adrenalina autoinyectable para solucionar alguna situación peligrosa que se le pueda presentar. Es importante que aprenda a administrársela correctamente.