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Hoy abrirás las puertas de tu casa para recibir a tus colegas en una reunión de trabajo. La mesa está colocada al borde de una piscina infinita, bajo la sombra de una inmensa estructura metálica curvada que recuerda a los diseños más audaces de Zaha Hadid, pero con la ausencia total de pilares. Flotando en el aire, este semicubierto da cierre al entorno idílico de la roca donde se asienta la mansión. La casa fue adquirida recientemente a través de NFT (Non Fungible Token) y se accede a ella de forma digital mediante un código cifrado. Así es, esta es tu casa virtual. El entorno físico real es un pequeño apartamento de 40m2 en el centro de una de las metrópolis más concurridas y contaminadas del sur global.
La escena podría parecer futurista, pero está mucho más cerca de nuestra realidad de lo que nos imaginamos.
La primera casa digital certificada mediante NFT se vendió el mes pasado por 500.000 dólares. Diseñada por la artista Krista Kim, la Casa en Marte se compone de planos transparentes en tonos magenta y azules, situados en un paisaje montañoso con una eterna puesta de sol. Kim la considera una «escultura de luz» y, según sus propias palabras, su deseo es poder sentarse en el salón de la Casa en Marte con sus amigos a través de herramientas de realidad aumentada, charlar y beber champán. Desea que sus reuniones a través de zoom tengan lugar allí y, con el tiempo, aspira a trasladar la Casa en Marte al entorno físico. Aunque ese tipo de interacción aún no es posible, Kim aspira a ofrecer un entorno meditativo, al que, través de la pantalla del ordenador o del teléfono móvil, se pueda acceder a una “especie de jardín zen digital”. Potenciar mundos virtuales paralelos con representaciones oníricas, pone de manifiesto el deseo de escapar del mundo físico, una situación definitivamente relacionada con la pandemia COVID-19.
La venta de la Casa en Marte marca el comienzo de una nueva era que algunos estudiosos han llamado «realidad híbrida». El inicio de esta era ha sido posible sobre todo gracias a la creación de los Non Fungible Token, usualmente conocidos como NFT. En pocas palabras, los Non Fungible Token, alojados dentro de una capa de la blockchain (plataforma inicialmente creada para realizar transacciones con criptomonedas) permiten que los artistas autentifiquen la originalidad de su obra de arte digital, sellando y certificando de manera virtual que determinada imagen o video es el original. Se puede adjuntar un NFT a cualquier artículo digital, imagen, vídeo, música, publicación en redes sociales, memes, etc. y hacer de ese archivo el “único original en el mundo”. Una estrategia para comercializar la producción digital que ha comenzado a atraer a inversores y coleccionistas de todo el mundo. La creación de NFT revoluciona la producción de las artes virtuales al hacer que las obras digitales, que por su propia naturaleza son fácilmente duplicables, se comercialicen con fines lucrativos del mismo modo que las obras de arte no digitales.
Nuestras abuelas coleccionaban platos, nosotros, ahora, podemos coleccionar memes.
Los NFT han comenzado a ganar cada vez más espacio en los medios de comunicación con transacciones millonarias como la venta del meme Nyan Cat, las gafas de sol «deal with it» o el primer tuit de la historia realizado por el fundador de Twitter, que recientemente fue subastado de manera online. En nuestro ámbito arquitectónico, además de la Casa en Marte, el diseñador Andres Reisinger logró generar 450.000 dólares con la venta de su colección de muebles digitales. A diferencia de la Casa en Marte, los muebles de Reisinger ya permiten cierta «interactividad», ya que pueden colocarse en cualquier espacio virtual 3D compartido, incluidas las aplicaciones de realidad virtual y aumentada, los juegos, las animaciones y las películas.
En cualquier caso, a pesar de no permitir todavía una interacción más específica, la Casa Marte sienta precedentes históricos para una nueva vertiente dentro de la arquitectura. A diferencia de las maquetas virtuales con las que estamos acostumbrados a tratar, la arquitectura NFT va más allá de ser un mero instrumento de representación y visualización ya que los modelos pueden adoptar la cualidad de obra de arte. Esta ausencia de vínculo con el mundo material, (y sus limitaciones básicas, como la existencia de gravedad) permite un renacimiento creativo y artístico con un aura etérea donde la belleza y el valor residen en la libertad de estructuras infundadas e imposibles. Pasear por el increíble Cenotafio de Newton y recorrer su enorme esfera imposible, sin preocuparse de si la utopía se puede construir o no, ahora es posible. Una condición que nos permitirá ampliar los límites de la profesión.
Chris Precht, arquitecto austriaco y entusiasta de los NFT, declaró recientemente que la arquitectura NFT también supondrá la creación de oportunidades, especialmente para los jóvenes arquitectos y los pequeños despachos, que en el futuro podrán vender versiones digitales de sus proyectos y recaudar fondos para proyectos físicos.
Aunque todavía no es posible interactuar con las arquitecturas NFT, la exorbitante cantidad de dinero por la que se vendió la Casa en Marte delata que podríamos estar muy cerca de ello. Parece otro episodio de Black Mirror, pero es pura realidad virtual.
Fuente: Arch Daily
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