Casi todos entendemos por “cosmética natural” productos de aseo y cuidado personal hechos a partir de productos naturales pero, si reflexionamos sobre esto, encontraremos que dice poco o nada.
De hecho, no existe una norma nacional o europea que defina y regule la cosmética natural por lo que cualquier fabricante puede anunciar su cosmética como natural sin ningún tipo de control.
Por ello no es de extrañar que el Comité de Salud Pública del Consejo de Europa haya denunciado que en el mercado se pueden encontrar cosméticos que, calificados como naturales, contienen ingredientes no naturales.
Ante esta situación, las empresas más consolidadas en la cosmética natural se han coordinado con los organismos de control dedicados a la certificación de productos ecológicos o biológicos para establecer unas normas y un sistema de control específico para los productos cosméticos.
Los principales organismos certificadores europeos son Ecocert y Cosmebio en Francia, BDIH en Alemania, Demeter o Soil Association en el Reino Unido.
Aunque varían algunos conceptos, en general se coincide en que un cosmético natural:
- Está fabricado a partir de materias primas naturales, animales y vegetales
- Da prioridad a los ingredientes procedentes de cultivo biológico.
- Han sido probados con personas voluntarias o en cultivos de células.
- Pueden incorporar, de forma limitada, conservadores suaves (ácido benzoico, ácido sórbico), en cuyo caso debe mencionarse: “conservado con…”
Está prohibido:
- Los productos de origen petroquímico.
- Los colorantes y los perfumes de síntesis.
- Las materias primas genéticamente modificadas (OGM)
- Las materias primas de origen animal, excepto los producidos por animales vivos, como la cera de abeja o la leche.
- La carne de ballena.
- El colágeno animal.
- Probar los cosméticos en animales.
Además, las empresas que trabajan con productores de países en desarrollo deben favorecer el desarrollo sostenible y el comercio justo.
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