Gallardón restringe con su reforma derechos fundamentales y quiere convertir la Justicia española en un privilegio para ricos, lo que constituye un atentado inaceptable contra la democracia y la decencia. La unanimidad contra la arrogancia del ministro Gallardón y su ley que elimina la Justicia gratuita, es casi absoluta. Nunca antes se vio una reacción semejante contra un abuso de poder. El sector de la Justicia en pleno se dirige hacia una huelga como la de 2009. Pero el ministro sigue empeñado en sacar adelante su reforma, incluso en contra de la voluntad popular, lo que refleja su condición de tirano ajeno por completo a la democracia. En cualquier otra democracia decente del planeta, una contestación de tanto calibre se saldaría con la dimisión inmediata del ministro que ha sabido colocar a la sociedad y a la opinión pública en su contra. Pero España, además de ser diferente, no es una democracia, sino una dictadura de partidos, donde ahora impera el PP. --- Es probable que Gallardón haya batido un record porque nunca antes, desde la muerte de Franco, nadie supo unir a tantos jueces, magistrados, fiscales, procuradores y abogados en su contra. El ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón está demostrando ser tan demócrata como un tanque de la Wermach desfilando por el París ocupado, en la II Guerra Mundial. El comportamiento de Gallardón es justo lo contrario a lo que dicta la democracia. El ministro se comporta como un vulgar tirano porque no dimite, a pesar de tener en contra a la inmensa mayoría de la ciudadanía española, porque ha perdido la confianza de sus administrados, lo que también le arrebata la legitimidad en democracia, y porque es incapaz de respetar la voluntad popular, que es decisiva y preceptiva en el sistema democrático. Para Rajoy, su jefe, que ha defendido su comportamiento, el "affaire" Gallardón debería hacerle reflexionar porque es la prueba palpable de que el actual gobierno del PP es vulgar, antidemocrático y despótico.
Afirma el ministro que gobernar, a veces "es repartir dolor", pero el problema es que todo el dolor se lo llevan los demás, sobre todo los pobres, sin que se vean por ninguna parte los sacrificios y privaciones de los políticos y de las clases poderosos. Además de incumplir las reglas de juego de la democracia y de comportarse como un auténtico sátrapa totalitario, el ministro ha tenido un inaceptable gesto de bajeza afirmando que los jueces, fiscales, abogados, procuradores y el resto de los servidores de la Justicia en España se manifiestan no tanto contra su ley de tasas que elimina la Justicia gratuita, sino porque no cobrarán la paga de Navidad.
Con esa afirmación, unida al desprecio que manifiesta por la opinión pública en un sistema democrático en el que la opinión del ciudadano es una pieza clave del sistema, el ministro ha desvelado con total nitidez su naturaleza predadora, manipuladora y antidemocrática.
Rajoy debería intervenir de inmediato y cesar a su ministro, pero ese no es el estilo del presidente gallego, cuyo sentido de la democracia es lamentable. Un tipo que considera lícito legislar y gobernar en contra de la mayoría, sin ni siquiera someter sus contestadas decisiones a referendum, no es demócrata sino un tirano camuflado y disfrazado.