A raíz de la actualmente conocida como ‘crisis del pepino’ en España se ha hablado mucho de la epidemia alimentaria que se vive en Alemania y que ha causado varias muertes y miles de afectados. Pese a todas las especulaciones iniciales acerca de su origen lo que sí se ha tenido muy claro desde el principio es que debe a la mutación de una bacteria conocida como E.coli pero, ¿Qué es exactamente?
La Escherichia coli es un bacilo que se descubrió a finales del siglo XIX en el intestino de los animales y las personas y cuya función es ayudar al correcto funcionamiento del aparato digestivo. Existen incontables variedades o cepas de la E.coli y la mayoría son completamente inofensivas pero en el año 1982 se diagnosticó por primera vez en Estados Unidos una epidemia de diarrea hemorrágica causada por haber comido hamburguesas contaminadas con esta bacteria. De todos modos los análisis hechos hasta ahora atribuyen el caso alemán a un brote de la cepa O104:H4, del que solo hay registrados dos casos en el mundo en los años 2001 y 2005.
El principal síntoma de la E.coli es la aparición de diarreas hemorrágicas, que habitualmente se dan después de unos calambres abdominales iniciales. También es habitual que haya vómitos y fiebre. Si se complica, especialmente en niños y ancianos, puede desembocar en una insuficiencia renal grave. Toda esta sintomatología no aparece hasta unos siete días después del contagio.
La E.coli se transmite básicamente a través de carne cocinada a baja temperatura, leche no pasteurizada, agua contaminada o verduras consumidas crudas y no lavadas correctamente. Para prevenir su contagio, por lo tanto, resulta indispensable una higiene cuidadosa y una cocción a como mínimo 70ºC.
El diagnóstico de la infección por E.coli se hace a través de un cultivo de las deposiciones presentadas con la diarrea hemorrágica. Hay que resaltar que la cepa atribuida al caso alemán resulta especialmente resistente a los antibióticos con lo que la principal opción es la rehidratación del paciente.