La palabra geringonça se usa para referirse al pacto de izquierdas que llevó al socialdemócrata António Costa a ser jefe del Gobierno de Portugal en 2015, hasta que el propio Partido Socialista (PS) obtuvo mayoría absoluta en las elecciones del 30 de enero de 2022. Esta fórmula se compuso con un Ejecutivo en minoría del PS, apoyado en el Parlamento por el Bloque de Izquierda (BI) y la Coalición Democrática Unitaria (CDU), la alianza electoral entre el Partido Comunista y el Partido Ecologista Los Verdes. El término, que puede traducirse como ‘artilugio’, lo utilizó el exvicepresidente conservador Paulo Portas de forma peyorativa como crítica a una coalición heterogénea y que presumía débil. Sin embargo, los buenos resultados económicos y la estabilidad institucional del país hicieron de la geringonça un modelo de cohabitación para las fuerzas progresistas en Europa.
Una alianza inédita
El origen de la geringonça se produjo en noviembre de 2015. Un mes antes, los resultados de las elecciones habían dejado una mayoría de izquierdas en el Parlamento portugués. Pese a ello, el presidente Aníbal Cavaco Silva encargó le encargo formar Gobierno a Pedro Passos Coelho, el candidato conservador que había ganado los comicios con el Partido Social Demócrata (PSD). El jefe del Estado consideraba que un pacto del PS con los partidos de izquierdas no resultaría en una alternativa viable, atlantista y europeísta, pues el BI y la CDU rechazaban el euro y la OTAN. Además, en Portugal nunca había gobernado un partido que no hubiera vencido en las urnas. Aun así, las formaciones progresistas acordaron apoyar una moción de censura contra Passos Coelho tan solo once días después de su investidura.
Aprobada la moción de censura, el PS regresó al Ejecutivo en un momento difícil para la izquierda. En la sociedad portuguesa perduraba el recuerdo del Gobierno socialdemócrata de José Sócrates. Durante su período, los portugueses vivieron las secuelas de la corrupción y de la austeridad promovida por la crisis económica de 2008. Conscientes de ello, las tres corrientes progresistas optaron por una alianza pragmática: la fórmula del éxito estaría en el respaldo externo del BI y la CDU a un Gobierno minoritario del PS. Bloquistas y comunistas renunciaron a sus propuestas sobre las nacionalizaciones, la salida del euro o la devolución de la deuda a cambio de que los socialdemócratas desmontaran las políticas de la troika.
Del éxito a la ruptura
El resultado de la geringonça superó las expectativas. A través su popular ministro de Finanzas hasta 2020, Mário Centeno, el Gobierno de António Costa experimentó su particular milagro económico. La economía de Portugal creció por encima de la media europea, redujo la tasa de desempleo a la mitad y dejó el déficit presupuestario bajo mínimos. Con estos datos, los socialdemócratas revirtieron los programas de austeridad, aumentaron el salario mínimo y revalorizaron las pensiones. Estos logros se vieron reflejados en las elecciones de 2019, en las que el Partido Socialista aumentó sus apoyos en detrimento de la oposición de derechas y de sus socios parlamentarios de izquierdas.
La socialdemocracia europea no ha vuelto, solo sobrevive
El fortalecimiento del PS, sin embargo, debilitó la geringonça. La mayoría reforzada de los socialdemócratas llevó al Gobierno de António Costa a distanciarse cada vez más de sus aliados. El BI y la CDU, por su parte, empezaron a endurecer sus posiciones contra el Ejecutivo, sabiendo que su pragmatismo les había pasado factura en las urnas. Con la mejoría de la situación económica, la izquierda intensificó sus demandas sociales: los socialistas del Bloque y los comunistas exigían un incremento del gasto público para acabar con los recortes en las universidades y mejorar el Sistema Nacional de Salud. Además, reclamaban el final de las Golden Visa, un mecanismo que otorga ventajas fiscales a inversores y dueños de grandes fortunas para que establezcan su residencia oficial en Portugal.
La pandemia del coronavirus certificó la ruptura entre socialdemócratas y bloquistas. Las diferencias en torno a las inversiones destinadas a los servicios sanitarios llevaron al BI a votar en contra de los presupuestos en octubre de 2020. En esa ocasión, la abstención del Partido Comunista evitó la caída del Ejecutivo, pero el final de la geringonça y de la legislatura se preveía. Un año más tarde, los comunistas también se opusieron a las cuentas presentadas por el Gobierno. Ante la falta de apoyos al Ejecutivo, el presidente Rebelo de Sousa disolvió el Parlamento y convocó elecciones anticipadas para 2022.
Adiós a la geringonça
Pese a que las encuestas pronosticaban un empate técnico con el PSD, el PS logró la mayoría absoluta en los comicios del pasado 30 de enero y enterró la posible reedición la geringonça en Portugal. Esa victoria aplastante de los socialdemócratas contrasta con el batacazo de sus antiguos socios: el BI registró sus cifras más bajas en dos décadas y ha dejado de ser la tercera fuerza en favor de la ultraderechista Chega, y los comunistas cosecharon el peor resultado de su historia. António Costa consiguió presentarse como el candidato de la estabilidad y el consenso en la izquierda frente a sus aliados, que sufrieron las consecuencias de haberle retirado su apoyo.
El rápido ascenso de Chega, la extrema derecha portuguesa
¿Qué es la <i>geringonça</i>, el pacto de izquierdas en Portugal que permitió al PS gobernar en minoría? fue publicado en El Orden Mundial - EOM.