En el trastorno hipocondríaco se caracteriza por una preocupación obsesiva de la persona sobre su estado de salud, de manera que cree firmemente padecer alguna enfermedad fisiológica, específica o no, sin que realmente sea así. Según algunos autores, existen tres tipos principales de hipocondría.
Por un lado, se encuentra el tipo de hipocondría obsesiva que se presenta con un alto grado de ansiedad. La persona que padece este trastorno repetidamente se preocupa, solicita confirmación de sí y no puede quitarse de la cabeza que algo serio puede (o debe) habérsele escapado al médico cuando realizó el chequeo.
Luego, el hipocondríaco depresivo suele encarar al profesional de la salud de una manera fatalista y con cierto desdén de resignación, creyendo que su situación de salud es un caso perdido porque probablemente esté muriendo. Puede incluso suceder que ni siquiera tenga el impulso para consultar a un médico, que podría llegar a confirmar sus temores. Este caso puede ser más riesgoso, puesto que quien lo padece puede tener tan arraigada la idea de su supuesta enfermedad que puede llegar a presentar tendencias suicidas.
Y por último, se encuentra el tipo de hipocondría con somatización de síntomas. Su creencia en la existencia de una enfermedad adyacente es tan fuerte, que pueden llegar a presentar síntomas reales aunque no exista ningún problema físico. Estas personas tienen una necesidad muy grande de atención por parte del cuerpo médico y probablemente de su círculo íntimo.
En cualquier caso, es un trastorno extremadamente complicado de tratar y se sugiere la consulta con un profesional de la salud mental.