Se denomina lactosa al azúcar que se encuentra presente en la leche de todos los mamíferos. Desde el punto de vista técnico, se trata de un disacárido compuesto por dos moléculas: glucosa y galactosa. Cuando la consumimos a través de los alimentos pasa al intestino, donde es absorbida por el torrente sanguíneo y aprovechada por el organismo para que las células funcionen correctamente.
¿Qué es la lactosa y por qué es importante?
La lactosa es el principal azúcar de origen natural, presente tanto en la leche como en los productos lácteos. Está formada por glucosa y galactosa. Ambos son azúcares simples que el cuerpo utiliza para obtener energía tanto física como mental. Es la enzima lactasa la responsable de descomponer la lactosa en glucosa y galactasa. Si bien es cierto que la glucosa se puede encontrar en diferentes alimentos, la galactosa únicamente está presente en la lactosa.
Hay una serie de razones por las que la lactosa resulta una sustancia esencial para el buen funcionamiento del organismo. Por un lado, es la principal fuente de energía durante el primer año de vida de los bebés. Provee cerca del 50% de la energía que requieren los más pequeños.
Además, es una molécula que atraviesa las membranas del cuerpo de forma muy sencilla, de modo que alcanza los órganos de manera rápida. Una vez la lactosa se rompe por la acción de la enzima lactasa y se fermenta en el colon, crecen las bifidobacterias, muy importantes para un crecimiento saludable de la flora intestinal.
Y, por último, la lactosa tiene un papel clave en la formación de sustancias importantes para el sistema inmune. Es por ello que tiene un papel vital en el desarrollo tanto de niños como de adultos.
¿Qué es la lactasa?
Se conoce como lactasa a una enzima producida en la mucosa intestinal. Muestra una gran vulnerabilidad ante las agresiones, de modo que el organismo puede dejar de producirla de forma temporal o permanente. Su principal función es la de descomponer el azúcar que se encuentra presente en la leche, formando así lugar a la galactosa y a la glucosa.
No obstante, la insuficiencia de esta enzima es la principal razón por la que una persona desarrolla intolerancia a la lactosa. Cuando el organismo no produce la cantidad suficiente de lactasa, la lactosa permanente en el intestino, de modo que acaba siendo fermentada por las bacterias intestinales.
Dicha fermentación da lugar a una serie de síntomas relacionados con la intolerancia a la lactosa: náuseas, hinchazón abdominal, diarrea, dolores abdominales, gases y vómitos.
Intolerancia a la lactosa
Se estima que el 70% de la población a nivel mundial es intolerante a la lactosa. Para que el organismo pueda absorber la lactosa es esencial que esta sea desdoblada. ¿Qué quiere decir esto? Que las moléculas de glucosa y galactosa se dividan, de modo que se absorban por separado. Para que se produzca este desdoblamiento debe intervenir una enzima denominada lactasa.
Las personas que sufren intolerancia a la lactosa no generan dicha enzima, o si lo hacen, no en la cantidad suficiente para desdoblar la lactosa.
Cuando el intestino delgado no es capaz de absorber la lactosa, pasa al intestino grueso. Una vez allí, las bacterias de la flora intestinal del colon tratan de fermentarla, dando lugar a una serie de síntomas: flatulencias, diarreas, hinchazón, e incluso espasmos y vómitos en los casos más graves.
Origen de la intolerancia a la lactosa
Tal y como señalan estudios recientes, la intolerancia a la lactosa ya existía hace 5.000 años. Así, los habitantes del Neolítico, la Edad de Bronce y la Edad de Hierro adoptaron prácticas agrícolas, dando lugar a numerosos cambios genéticos.
Los científicos señalan que las personas somos mamíferos preparados para alimentarnos de leche materna durante nuestra infancia. Por lo tanto, lo más habitual es que este problema no se presente hasta cumplidos los cinco años de edad.
Causas de la intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa es relativamente común en bebés prematuros. Aquellos bebés nacidos a término no suelen mostrar los primeros síntomas de este problema hasta que cumplen los tres años de edad. Por lo general, los primeros indicios comienzan a lo cinco años de edad, cuando el organismo deja de productor lactasa.
Hay una serie de factores de riesgo que es importante destacar.
- Edad: la intolerancia a la lactosa se presenta por lo general durante la edad adulta.
- Raza: este problema es más frecuente en personas de raza negra, asiática o hispana.
- Bebés prematuros: aquellos bebés nacidos antes de término también pueden tener niveles bajos de lactasa ya que el intestino delgado no produce células productoras de lactasa hasta finales del tercer trimestre.
- Enfermedades del intestino delgado: determinados trastornos, como la celiaquía o la enfermedad de Crohn, también pueden causar intolerancia a esta molécula.
- Tratamientos: determinados tratamientos oncológicos, como la radioterapia o la quimioterapia, aumentan el riesgo de sufrir este problema.
Intolerancia a la lactosa y alergia a la leche
Hay quienes consideran que la intolerancia a la lactosa y la alergia a la leche significan lo mismo. Pero en realidad no es así. Cuando una persona sufre alergia a la leche, significa que las proteínas presentes en la leche de vaca, sobre todo la caseína, provocan una determinada respuesta en el sistema inmune. En la gran mayoría de casos dicha respuesta da lugar a diferentes síntomas cutáneos, como urticarias o enrojecimiento.
Aquellas personas que son alérgicas a la leche no pueden tomar ningún tipo de producto lácteo, aunque sea sin lactosa. Por lo tanto, deben optar por el consumo de leches vegetales, de soja o arroz, por ejemplo.
¿Qué alimentos son ricos en lactosa?
Los alimentos que contienen altas cantidades de lactosa se dividen en tres grandes categorías.
- Leche de mamífero: por un lato, todos aquellos que contienen leche de un animal mamífero, como la vaca, la cabra o la oveja.
- Derivados de la leche: los derivados de la leche, como el queso, nata, mantequilla, yogur o leche evaporada, también contienen esta sustancia.
- Alimentos elaborados con leche: y, por último, aquellos alimentos en cuya elaboración se utiliza la leche como ingrediente: cremas, postres, salsas, helados, etc.
Otros alimentos que tienen lactosa
Cuando hablamos de alimentos ricos en lactosa, automáticamente pensamos en productos lácteos. No obstante, hay otros muchos que tienen lactosa, aunque realmente no lo parezca.
- Preparados cárnicos: toda la carne envasada, como carne picada o hamburguesas, llevan lactosa como conservante.
- Embutidos: del mismo modo, los embutidos también contienen lactosa.
- Aperitivos: en cuanto a los aperitivos, sobre todo aquellas patatas de bolsa con sabores añadidos, a mostaza o jamón, por ejemplo, también contienen esta sustancia.
- Panes: respecto a los panes, aquellos que llevan lactosa en su composición son los envasados, como los preparados para hamburguesas o perritos calientes.
- Licores: aunque no muchas personas lo sepan, en algunas bebidas alcohólicas, como el ron, la ginebra o el whisky, se añade lactosa durante el proceso de destilado.
- Medicamentos: y, por último, los medicamentos tipo comprimidos, como antiinflamatorios, antidepresivos y antibióticos, contienen lactosa para que conserven mejor sus propiedades.
Leche sin lactosa
Fue en el año 2006 cuando se comercializó la primera leche sin lactosa en España. Desde entonces, prácticamente todas las empresas fabricantes han sumado este tipo de leche a su cartera de productos.
A día de hoy, además de la leche, se pueden encontrar otros muchos productos lácteos sin lactosa en el mercado: batidos, yogures, flanes, mantequillas, natas, etc.
Son alimentos 100% seguros, con un cuidadoso proceso de elaboración. Añaden lactasa al producto de manera artificial para que desdoble la lactosa. De este modo, los productos lácteos no contienen lactosa, sino glucosa y galactosa por separado. Ambos son azúcares que el organismo, incluso de quienes presentan intolerancia a la lactosa, puede digerir sin ningún problema.
Es importante señalar que estos alimentos mantienen intactos todos los nutrientes del producto original. Además, al añadir la lactasa, resultan mucho más fáciles de digerir, no sólo para los intolerantes a la lactosa, sino para todo el mundo.