Revista Espiritualidad
La locura es algo que intriga, asusta y fascina, a un tiempo. El “loco” es visto habitualmente, como alguien misterioso, peligroso, interesante, etc. Incluso se le rodea en ocasiones de un halo mágico o numinoso. Podemos ver en la literatura, en el cine y en la poesía, numerosas alusiones a la locura, pues ha sido un fenómeno que ha atrapado la atención de los artistas, quienes también han sido muchas veces tomados por locos.
En la mente de la mayoría de gente hay una idea aproximada de lo que es la locura. Podemos observar en el lenguaje cotidiano, como decimos “qué locura”, “estás loco de remate”, “me tiene loco”, etc. De una forma sutil y no muy consciente, se va fraguando en nuestras mentes un concepto que creemos tener muy claro, a la vez que si nos lo preguntamos, nos resulta difícil poderlo explicar con claridad. Incluso en mi caso, que me dedico a estas cosas de la Psiquiatría, me surgen ciertas dudas, sobre si es un concepto tan claro y definido como nos pretenden mostrar, en nuestros estudios.
Con respecto a la historia de la humanidad, desde que existen los documentos escritos, hay alusiones a fenómenos relacionados con la locura. Ya se habla de ella en el Antiguo Testamento y en textos de los orígenes del Hinduismo y del Budismo. Vemos por ello que este concepto es mucho más antiguo que la propia Psiquiatría, que es una disciplina que aparece a finales del siglo XIX.
La idea de lo que es la locura ha variado de unas épocas a otras y entre unas y otras culturas. En la Edad Media, se achacaba la locura a fenómenos mágicos o sobrenaturales y el loco era alguien que, por ejemplo, sufría un castigo o una posesión divina. Por ello, muchos de ellos han sido víctimas de agresiones, destierros o ejecuciones, por causa de sus padecimientos, probablemente por el miedo que suscitaban a los que se consideraban, a sí mismos, cuerdos.
También, esta situación de discriminación, ha estado unida a un cierto temor al contagio, a la transmisión de los “virus” que parecían llevarse a la gente a lo más recóndito de otro mundo. Incluso entre algunos psiquiatras, se mantiene una cierta actitud aprensiva que fuerza la distancia y los límites que se ponen al paciente, como si fuera un ser de otro mundo, que emana miasmas nocivos y contagiosos.
Por otra parte, existen culturas, como la islámica, en las que la locura se consideraba antiguamente como un privilegio, en alguna de sus manifestaciones, pues se creía, que en algunos casos, esas personas eran seres excepcionales elegidas por Dios.
En la actualidad, dentro de la Psiquiatría, se considera que el “loco” es el psicótico, que sería aquél que vive en una especie de realidad paralela e irreal, y no es capaz de tomar contacto con la realidad de otros. Además sufre alucinaciones, y tiene comportamientos que aparentemente no tienen sentido. Siendo otra característica del “loco”, no ser consciente de que lo está. Quién sabe, quizás muchos que se consideran a sí mismos normales sean locos, pues no perciben nada de su propia “locura”.
Esta descripción parece clara y fácil de comprender. Pero en la práctica no resulta tan sencillo. A veces me surge la pregunta de si algunas personas excepcionales, muy creativas o imaginativas, o con una sensibilidad espiritual especial, no podrían ser consideradas por locas, por la Psiquiatría de hoy en día. Una persona como San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Buda o Jesucristo, lo más probable es que hoy en día acabara ingresada por la fuerza en un psiquiátrico y medicada por psicótica. Sin tenerse muy en cuenta si su experiencia subjetiva es enriquecedora para sí misma y para los demás.
La idea de la “locura” a veces peca de vaguedad y reduccionismo. Tiene en el riesgo de meter en el mismo saco a los enfermos, que a los sensibles, los místicos o los creativos. Además, también tiene el riesgo de no ver la totalidad de la vida interior de la persona y acabar viendo una etiqueta por encima de lo que es un ser humano. Y quién sabe, es posible que el viaje por la locura, pueda ser enriquecedor y transformador, como les ha pasado a algunas personas. Aunque, por desgracia, en la muchos casos está plagado de gran sufrimiento y desesperación.
Bajo estos planteamientos, Van Goh, Virginia Wolf, o los ya dichos podrían considerarse simplemente como personas locas, por ciertas manifestaciones de su vida psíquica, y por no tener en cuenta otros aspectos geniales de su existencia. La verdad es que no me basta con saber un diagnóstico, sólo me dice una pequeña parte de la vida interior de alguien, algo roto o herido, pero eso no quiere decir que la vida de alguien no pueda ser rica, genial o valiosa.
También, se ha tachado de locos a personas de otras culturas que dicen comunicarse con espíritus o tener experiencias extrasensoriales, porque esto no encajaba en nuestros parámetros experienciales. Y yo me pregunto si para un indio del Amazonas no le resultaría loco vivir entre asfalto, relacionarse más con aparatos que con personas o seres vivos o pasar horas en vela escuchando una música infernal e intoxicando el organismo.
Y por último me pregunto ¿No será un poco loca esa idea de locura, que etiqueta, secciona y separa y no ve a la persona completa ni lo más esencial?
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