La malaria es una enfermedad febril que se caracteriza por volver una y otra vez. Si bien es una enfermedad que está extendida por todo el mundo, lo más normal es encontrarla en regiones de clima cálido.
La malaria puede afectar tanto a los niños como a los adultos. En la actualidad existen cuatro tipos de malaria: la malaria tertain benigna, la malaria quarten, la malaria y la malaria maligna. Todas ellas cuentan con los mismos síntomas: dolor de cabeza fuerte y persistente, escalofríos, dolores en las articulaciones. Luego de que trascurra el tiempo la sudoración provocada por la fiebre va disminuyendo.
La aparición de esta enfermedad se va desencadenando lentamente. En el caso de los niños, primero los veremos inquietos y fastidiosos, se vuelven inapetentes y después aparecen vómitos. Otros síntomas menos comunes son los dolores abdominales, las flatulencias y la diarrea. La temperatura llega a mantenerse entre 38º y 40ºC. Como consecuencia de la alta fiebre se provoca una rigidez del cuello y pueden aparecer convulsiones.
Como desencadenante de esta enfermedad puede producirse anemia, que además puede venir de la mano de insuficiencia renal o disentería.
Esta enfermedad puede ser causada por un parásito denominado plasmodio. Este crece en el hígado durante algunos días y luego se dirige al torrente sanguíneo en donde invade los glóbulos rojos. La enfermedad es trasmitida por los mosquitos anofeles hembras.
En caso de que tengas estos síntomas debes recurrir inmediatamente al médico.
Para el tratamiento de la malaria es aconsejable permanecer en la cama, en reposo. Beber gran cantidad de líquidos, especialmente jugo de naranjas. Es aconsejable aplicar hielo en la cabeza. Después que se vaya la fiebre el paciente deberá ser puesto a dieta, son aconsejables las frutas. Se debe evitar la ingesta de té, café, alimentos fritos, conservas, azúcar blanca, harina blanca.