¿Qué es la manipulación?

La manipulación consistente en recluirnos en las posturas de dos bandos enfrentados

Escapar del pensamiento único supone un primer paso ineludible y difícil. Ineludible porque en base a sus premisas preestablecidas nuestra razón siempre nos llevará a las conclusiones marcadas. O lo que es lo mismo, acabaremos pensando libremente lo que quieren que pensemos, porque la libertad solamente se circunscribe al acto en sí. Difícil porque cuestionar estas premisas o presupuestos conlleva ignorar sentimientos, emociones, en definitiva abstraernos de la experiencia particular de toda una vida para elaborar un conocimiento que pueda ser universal.

Elaborar una ideología propia puede suponer abandonar el grupo, ser capaces de un acto de voluntad que anule nuestra necesidad social. En realidad no se trataría de un abandono sino de un cambio, una ampliación de horizonte, el paso a un entendimiento esencial del ser humano, aceptar la diversidad que nos une. Captamos y congelamos las ideas en nuestra memoria y no somos conscientes de que esto es una limitación de nuestro mecanismo fisiológico: las ideas fluyen y evolucionan continuamente en la eternidad del tiempo y se transfiguran al ser representadas por nuestro lenguaje que es igualmente cambiante.

Explicamos un mundo presente con ideas que pertenecen a otro tiempo, enjuiciamos tiempos pasados con el pensamiento del presente. Llamamos de 'derechas' a posturas que en realidad obedecen a intereses propios del momento o de 'izquierdas' a opiniones que obedecen al sentido común. Y viceversa. Queremos reinterpretar el presente en base a premisas halladas en el pasado, observamos racionalmente fenómenos históricos suplantados por la claridad intemporal de una imagen mental. El inconveniente, es menos la percepción de una realidad distorsionada o personalizada, lo cual es una característica común, sino que este mecanismo pueda ser utilizado como instrumento de manipulación.

La manipulación consistente en recluirnos en las posturas de dos bandos enfrentados, los cuales son incapaces de proponer la solución a un problema. Lo son porque ellos son parte del problema, la solución pertenece a quien lo planteó o a aquellos otros, que no son parte del problema y son capaces de desentrañarlo. Llegado a este punto aparece la paradoja debida a nuestra limitada existencia y optar por dejarnos arrastrar por nuestras pasiones, el placer de arrojarnos a nuestras emociones, la felicidad momentánea. Verdaderamente vivos aunque completamente equivocados.

Ereb