Más de doscientas millones de mujeres y niñas han sufrido la mutilación genital femenina a nivel global. Amalia nos ha preguntado a través del formulario de EOM explica en qué consiste esta práctica y si tiene alguna relación con el islam u otras religiones.
La mutilación genital femenina es un procedimiento al que se somete a mujeres de todo el globo durante su infancia. Bajo el pretexto sociocultural se realiza una intervención que solo da lugar a resultados muy dañinos para quienes se someten a ella. Por eso, no es de extrañar que se haya convertido en una preocupación para organizaciones internacionales como Unicef, UNFPA o la OMS.
La mutilación genital femenina (MGF) consiste, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, en cualquier alteración o lesión de los órganos genitales femeninos con pretextos socioculturales y sin propósitos médicos. Esto cubre varias prácticas practicadas a mujeres de todo el mundo durante su infancia, siendo las más comunes la lesión del clítoris o la eliminación de los labios de la vulva. Este procedimiento provoca dolores y sangrados mucho después de la operación, pero también infecciones, dolor al tener relaciones sexuales o complicaciones en el parto, llegando a aumentar la probabilidad de muerte del feto. Por tanto, vulnera los derechos reproductivos y sexuales más esenciales de la mujer.
Esta práctica se ha propagado por países de todo el mundo, desde África hasta Europa, pasando por Oceanía y América. Los Estados donde es un problema más acuciante son Somalia, Guinea, Yibuti o Egipto, donde más del 90% de las mujeres han sufrido la MGF. Es frecuente asociar esta práctica con la religión y, más concretamente, con el islam, pues países como los cuatro antes mencionados son de mayoría musulmana.
No obstante, ni el islam ni ninguna otra religión mayoritaria animan a practicar la mutilación genital femenina, y sus textos sagrados no la amparan. Por el contrario, esta tradición se remonta a unos orígenes más antiguos. Ya hay indicios de que se practicara algo similar en el Antiguo Egipto, pues hay momias que muestran señales de haber sido sometidas a MGF. Heródoto, por su parte, da cuenta de procedimientos similares entre los fenicios, los hititas y los etíopes en el siglo V a.C. De hecho, en países como Níger, por ejemplo, se ha practicado la mutilación a un 55% de niñas cristianas frente a un 2% de niñas musulmanas.
Así pues, muchas de las razones que se aducen para mantener la ablación femenina son de carácter sexual. Hay lugares en que se considera que mutilar a las mujeres de esta forma reduce su deseo sexual, garantiza su virginidad y su fidelidad en el matrimonio. También es una forma de marcar la transición entre la niñez y la edad adulta.
Contra todos estos factores han intentado luchar instituciones e individuos por igual. El Fondo de Población de las Naciones Unidas, Unicef y la Organización Mundial de la Salud OMS se han embarcado en distintos proyectos y campañas para concienciar sobre los peligros de la MGF, y que se han creado multitud de organizaciones de la sociedad civil que procuran acabar con esta práctica. También hay instituciones islámicas que luchan contra la ablación y rechazan el mito de que su origen tenga lugar en la religión de Mahoma.
Para ampliar: “Mutilación genital femenina, una lacra permanente”, Carlos Palomino en El Orden Mundial, 2019
¿Qué es la mutilación genital femenina? fue publicado en El Orden Mundial - EOM.