Sí. Es algo trillado hablar sobre ello pero pasar una tarde a días de la víspera navideña por uno de los principales centros comerciales de mi ciudad logró que la idea de tocar el tema no fuera algo tan descabellado.
Pongámonos técnicos. La palabra Navidad surge del latín Nativitas, que significa nacimiento; a su vez, su análoga en inglés, Christmas significa misa de Cristo. Continuando con los tecnicismos, fue aproximadamente en el trescientos veinticinco, en épocas del I Concilio de Nicea, cuando los cristianos -el clero- acordaron que en el veinticinco de diciembre se celebrara el día del nacimiento de Jesús por cuestiones prácticas -de moda-, como el que otros pueblos celebraban ya cosas importantes el mismo día.Siglos, conquistas y dominaciones pasaron hasta que la festividad religiosa pasó a ser parte de la llamada cultura pop -popular- y fue cuando diciembre se convirtió no solo en el último mes del año calendario civil sino en una fecha de amor y paz, y del shopping. Mi intención no es redactar una historia sobre los orígenes de la Navidad ni citar su relación con otras festividades paganas [de credos previos al cristianismo] ni mucho menos tener actitud Grinch contra quiénes celebran, de una u otra forma, la famosa Nochebuena pero sí pretendo al menos dilucidar lo que, en la actualidad -inicios del siglo veintiuno- es para la gente la fiesta de la Navidad. La fiesta, en su origen religiosa -al menos la que occidente celebra- se ha ido, como menciono, mezclando con tradiciones más seglares, como la de la convivencia familiar y el consumismo desenfrenado. Regalar, regalarse, dar y recibir son actitudes propias y propiciadas por la mayoría de las personas, creyentes piadosos, de tradición o hasta escépticos y no profesos logrando que poco a poco hablar de la Nochebuena se fuera entendiendo más como una cena familiar que como parte del festejo de la natividad del Mesías cristiano. Y no es que la gente lo desconozca. La mayoría de las personas reconoce o sabe que el veinticuatro / veinticinco de diciembre la Iglesia -católica- y otras denominaciones cristianas recuerda el nacimiento de Cristo pero es más un dato cultural que profeso, incluso entre quiénes se dicen miembros del culto cristiano.
Se vive un ambiente festivo, de supuestas posadas [novenario de fiestas populares tradicionales de Latinoamérica], intercambios de regalos, cobro de aguinaldos y compras de regalos además de planeaciones para dónde, con quién y cómo pasar la Nochebuena -y el año nuevo-. Digo supuestas -posadas- porque las fiestas que se iniciaron allá en el siglo dieciocho, con la intención de recordar durante nueve días [del dieciséis al veinticuatro] el peregrinaje de María y José, así como los nueve meses de gestación, han pasado a formar parte de una tradición popular en donde la fiesta en su máxima expresión y el convivio en lo general ocupan toda la atención de los asistentes sin en la mayoría de las ocasiones tener alguna mínima connotación religiosa, más que el nombre "posada". Incluso inician antes del dieciséis, y como menciono, más que recordar a José y María, es una reunión anual en donde las empresas, amigos o gente con la que se convive festeja con el fin de irse entonando para la noche de Navidad. En México, por ejemplo, tenemos un feriado [corrido de varios días] conocido como Guadalupe - Reyes, que abarca del doce de diciembre [festividad de la virgen de Guadalupe] hasta el seis de enero [día de los Santos Reyes] en donde durante todo dicho periodo la "convivencia" no religiosa está más que garantizada. Pasemos a Santa Claus, y no me refiero al personaje regordete que se le dice a los niños que trae regalos en la Nochebuena sino al hecho de que adultos y pequeños se imponen o acoplan a la tendencia de que ése día, Navidad, se tiene -n- que regalar algo. Los centros comerciales, donde nació mi reflexión, están abarrotados durante diciembre -y se llenan más acercándose el veinticuatro-, la gente compra a destajo, tanto para ellos como para sus hijos, familiares o amigos y preguntarse "qué te trajo" Santa es el saludo que se hace a las personas el veinticinco de diciembre. No digo que esté mal, no soy quién para cuestionarlo, pero como analista religioso veo cómo aunque matizada, las fiestas decembrinas han dejado de ser eso, fiestas donde lo religioso forma parte medular de las mismas. Es verdad, como cito, que la gente sabe "lo que se celebra" pero aún siendo creyentes, de los que van todos los domingos al templo, la ola del secularismo los deja envolver. Y es aquí donde se ve como de una u otra manera la religión o más propiamente dicha, la religiosidad popular toma un punto relevante en la sociedad, la cultura y en el modo vivendus de las personas; se celebra el "nacimiento del Mesías cristiano" de una manera vulgar -del latín vulgata, popular-, secular, mundana si se le quiere llamar pero no por ello deja de ser un hecho importante, de alguna manera, para la sociedad. Pasa algo así como los festejos del día de la independencia o algún otro nacional; se sabe que es festivo porque pasó algo "importante" hace algunos años [aplicando al caso, se supone que nació un judío algo rebelde hace más de dos mil años] pero el hecho como tal ya es más un eco que una remembranza. Pasándolo a la Navidad, la gente adopta los gestos "piadosos" heredados tanto de las tradiciones cristianas como otras más añejas, le suma otras tantos, anexa un poco de modernismo y le agrega consumismo, y pum, tenemos la contemporánea natividad. Es curioso, como cito casi al inicio, que en esas fechas -hasta año nuevo- los mensajes de propios y extraños, los deseos "sinceros" de todas las personas son de bienestar; el mundo se quiere, se aprecia y a todos se les desea paz, amor, salud y felicidad... ya llegando el dos de enero el odio, el deseo de venganza y el anhelo porque al otro le vaya mal vuelven a surgir. Simpático, ¿no?La foto es original de Infobae
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