REFLEXIONES DE ESTUDIANTES DE FARMACIA
Autores: Garcerán A., Molina J., Pol E., Viudez A. (estudiantes 5º de farmacia UMH)
Durante años, los farmacéuticos han perseguido como principal objetivo la mejora del estado de salud del paciente, pero, para conseguir alcanzar esta meta debemos cuestionarnos lo siguiente ¿qué es la salud? Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) es un concepto multidimensional que se entiende como: el estado de completo bienestar físico, psicológico y social y no sólo como ausencia de enfermedad. Otras fuentes como la Declaración de Alma Ata la salud se define como aquel estado de total bienestar físico, social y mental y no simplemente la falta de enfermedades o malestares, siendo un derecho humano fundamental y convirtiendo a la búsqueda del máximo nivel posible de salud en la meta social más importante a nivel mundial cuya realización requiere de la participación de otros sectores sociales y económicos en adición al sector salud.
Estas definiciones son algo utópicas y pretenciosas puesto que se trata de una declaración de lo que debería ser más que ajustarse a lo que realmente es. A tenor de éstas la salud se entiende como un término estático y de un objetivo en exceso pues pretende la máxima potenciación en todas las esferas de la vida de forma continua, sin tener en cuenta la perspectiva del paciente.
Tomando como referencia estas definiciones, durante los últimos años se han exaltado de forma negativa las no enfermedades, ya que la ausencia de enfermedad no garantiza la salud según estos textos. Se entiende por no enfermedad un proceso o problema humano definido desde alguna instancia como una condición médica pero que conseguiría mejores resultados si no fuera considerado como tal; éstas abarcan cada vez más terreno del nacimiento, la menopausia, el envejecimiento, la sexualidad, la alopecia, la infelicidad y la muerte, es decir, de procesos que forman parte de la vida.
Este intento de dar soluciones médicas a las no enfermedades conduce a una medicalización excesiva. La idea de una vida sin sufrimientos, sin discordancias y de triunfo constante conlleva a la medicalización de la vida cotidiana, lo cual significa que buena parte de nuestro comportamiento pueda ser sujeto a controles médicos; aspectos cada vez más amplios de la vida personal y social de la gente se convierten en objeto de preocupación, estudio, orientación y en definitiva control, por parte de la medicina. También influyen en la medicalización factores políticos, sociales y económicos; es más, una sumisión política ante la industria del medicamento se traduce en última instancia en una mala gestión pública de la sanidad que tendrá como resultado una medicalización abusiva del día a día. De hecho, la medicalización que busca la potenciación de procesos cotidianos como rendimiento académico, físico y la estética se convierte finalmente en una mercantilización de la salud y los estados de ánimo.
Según algunos autores esta mercantilización de la salud o comercio con enfermedades se podría desglosar en 5 variantes: 1) la venta de procesos normales de la vida como problemas médicos (vejez, piel de naranja, parto y como ejemplo paradigmático la alopecia); 2) la venta de problemas personales y sociales como problemas médicos (fobia social); 3) la venta de riesgo como enfermedades (osteoporosis, cambios en el rango del colesterol) los análisis basados en factores de riesgo hacen que cualquiera pueda ser susceptible de padecer alguna enfermedad; 4) venta de síntomas poco frecuentes como epidemias de extraordinaria propagación (disfunción eréctil); 5) vender síntomas leves como indicio de enfermedades más graves (síndrome de colon irritable).
Como consecuencia de lo anterior la independencia de los médicos se ha visto enormemente afectada, por ejemplo, se ha comprobado que muchos de los autores que escriben de forma positiva sobre un medicamento reciben dinero de la industria, pues el mejor arma de los comerciantes de enfermedades son los estudios publicados en las revistas médicas que parecen acreditar los efectos beneficiosos de sus medicamentos. No obstantes, las industrias farmacéuticas no sólo influyen en médicos y en investigadores médicos. El marketing también incluye a los periodistas, a los que se obsequia. También se dirige a los clientes potenciales despertando su necesidad de un tratamiento médico.
Todo esto se ve de forma clara en lo que se conoce como “Ley de cuidados inversos”, la cual postula que una sociedad tiene mayor capacidad de asistencia médica de calidad cuanto menos necesidades tiene o cuanto mejor salud tiene su población; por el contrario, aquellas sociedades que mayor necesidad tienen de asistencia médica no disponen de ésta.
Puede hablarse de un enfermo saludable, incluso un moribundo saludable, cuando el sujeto enfrenta su situación de forma participativa, consciente, y sin perder el control de su respuesta emocional. Por el contrario, podemos hablar de un sujeto sano enfermizo cuando este vive temeroso de perder su salud, agobiado por banalidades, inhibido, sin decisión sobre su vida.
Como conclusión no podemos entender la salud como un concepto estándar y estático, ya que de esta forma no conseguiremos alcanzar el objetivo que perseguimos, ayudar al paciente. Esto significa que debemos centrarnos en los intereses del propio paciente, lejos de dogmas e intereses comerciales que conducen a la medicalización y a la mercantilización de la salud.
Lecturas recomendadas sobre el tema:
Meneu de Guillerma R. Las no enfermedades. AMF. 2005;1(3):123-123
Carpintero E. La medicalización de la vida cotidiana. Abril 2007. Revisable en: http://www.topia.com.ar/articulos/la-medicalizaci%C3%B3n-de-la-vida-cotidiana
Ceriani Cernadas JM. Mejor medicina o más medicina, ¿hacia dónde vamos?. Arch Argent Pediatr. 2013;111(5):370-371
En torno al psicoanálisis. Asterix era sólo Asterix. Disponible en: http://blogs.noticiasdenavarra.com/en-torno-al-psicoanalisis/2013/02/01/ateri/
Isla Pera P, López Matheu C, Insa Soria R. ¿Qué es la salud? Rev ROL Enf. 2008;31(12):810-818
Tizón JL. De los procesos de duelo a la medicalización de la vida. Jano, Medicina y Humanidades. 2006; 1618:58-60.
Revista Cultura y Ocio
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