La mayoría de las personas manifiestan haberse sentido muy solos y alejados de los demás alguna vez; es un sentimiento más o menos habitual, de los más dolorosos para la mayor parte de la gente, hasta el punto de convertirse en uno de los miedos principales de los pacientes que atiendo.
Este sentimiento entra en conflicto con valores como la competitividad, la independencia y la libertad, tan fomentados hoy día, y que dan lugar a la soledad y al aislamiento.
Dos tipos de soledad
Podemos hablar de dos tipos de soledad: Soledad social y soledad emocional. La primera surge cuando no se tiene con quien compartir actividades. También cuando no nos sentimos bien con nuestras amistades. La emocional, por otro lado, aparece cuando no estamos satisfechos con la calidad de nuestros vínculos personales, cuando sentimos que no hay nadie en quien apoyarnos, alguien que nos cuide y nos proteja.Lo cierto es que sea una u otra, la soledad que podamos sentir conlleva sentimientos de baja autoestima, infelicidad y con frecuencia depresión
Retrato de un dependiente emocional
La soledad como experiencia subjetiva
La soledad es una experiencia subjetiva, conclusión de las valoraciones que hacemos cuando nuestras relaciones sociales no satisfacen nuestras expectativas; esperábamos socialmente mucho más de lo que en realidad tenemos y esta experiencia personal nos deja muy descontentos. Por tanto, podemos concluir que:
- Tal como interpretemos nuestra soledad así reaccionaremos emocionalmente y nos predispondremos para afrontarla.
- Las explicaciones que damos sobre nuestra soledad son subjetivas y, tal como la sentimos o vivimos, así tendemos a explicarla.
Las valoraciones, que hacemos sobre los acontecimientos que nos suceden a lo largo de la vida, nos generan unas determinadas emociones en torno a ese mismo acontecimiento, y lo condiciona, pues nos hace verlo de forma distinta según sea la emoción con la que nos enfrentamos a ese acontecimiento.
Hay que tener en cuenta que cada uno difiere en cuanto a la cantidad de tiempo que prefiere pasar a solas. Las personas creativas a
prenden a disfrutar los ratos de soledad como momentos activos de desarrollo personal. La soledad puede incluso llegar a ser una experiencia de crecimiento para la persona. Uno puede estar solo y no sentirse solo, y en cambio puede estar muy acompañado y sentirse solo.Por desgracia, muchas personas tienen miedo a la soledad porque la ven como una experiencia dolorosa. El hecho es que tú puedes ser tu mejor amigo, y que es importante apreciar la soledad como una oportunidad para aprender a quererse a uno mismo. La soledad, si la afrontamos de una manera positiva, se nos puede convertir en una oportunidad para nuestro desarrollo personal.
La soledad, a veces, se puede convertir en refugio y evasión, cuando hay personas que prefieren la soledad porque se hallan ansiosas en situaciones sociales, o simplemente para evitar a determinadas personas porque no se llevan bien con ellas. Esto no parece particularmente sano e invita a desarrollar habilidades sociales y encontrar comodidad en presencia de otros, sin dejar de apreciarse uno mismo ni participar en actividades creativas a solas.
Qué podemos observar y trabajar respecto a la experiencia de soledad
Cuando interpretamos la soledad como una experiencia insatisfactoria, llega el momento de preguntarnos qué podemos hacer al respecto. La insatisfacción ante la soledad debería llevarnos a considerar tres puntos: En primer lugar, es importante evaluar seriamente nuestras habilidades sociales; en segundo lugar, habría que hacer un esfuerzo por superar la timidez e iniciar contactos y relaciones sociales, además de superar las limitaciones que podamos tener y que nos llevan a experimentar un sentimiento de soledad cuando en realidad no estamos solos ( como puede ser la dependencia afectiva); por último, sería positivo pensar en aumentar nuestra tolerancia al rechazo.
Habilidades para superar la soledad y la timidez en las relaciones sociales