La palabra sostenibilidad proviene del latín sustinere (sostenerse). El término se hizo popular en 1987 con la publicación de un informe de naciones unidas que definía así el desarrollo sostenible:
“El desarrollo sostenible es aquel que es capaz de cumplir las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de futuras generaciones”
Sin embargo desde entonces el término ha experimentado una evolución en su uso. Hoy en día para que algo tenga como característica la sostenibilidad deben unirse tres atributos:
Sostenibilidad ambiental
Algo solo puede ser sostenible si sus características no comprometen ni la calidad del medio ambiente ni la disponibilidad de recursos naturales, ni la biodiversidad.
Sostenibilidad social
Además del aspecto anterior, y por la estrecha vinculación entre los aspectos ambientales y sociales de los productos, servicios y sistemas el concepto de sostenibilidad social se ha convertido en la otra cara de la moneda. Así, no se puede considerar sostenible algo que genera injusticias sociales, ya que el progreso de la humanidad exige que estos desaparezcan con el tiempo.
Sostenibilidad económica
Es el aspecto del que más se olvidan los promotores de la sostenibilidad ambiental y tal vez el único que tienen en cuenta ciertos políticos y economistas, pero es igual de importante. Algo no puede ser sostenible si no es viable económicamente su permanencia a largo plazo.
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