La teoría del madman o teoría del loco es un enfoque de política exterior que consiste en aparentar irracionalidad y volatilidad para lograr concesiones de los adversarios. Su nombre se le atribuye al presidente estadounidense Richard Nixon (1969-1974) en el contexto de la guerra de Vietnam. Con la teoría del madman se busca dar la imagen de un líder impredecible, capaz de hacer cualquier cosa, por extrema que sea, para conseguir sus objetivos. De esta forma, en un contexto de negociaciones, las amenazas expuestas son tomadas con seriedad ya que se desconfía de un líder que no muestra cordura.
Hacerse el loco
Las bases de la teoría del madman se remontan por lo menos al Discurso sobre la primera década de Tito Livio, de Nicolás Maquiavelo. En esta obra del siglo XVI, el filósofo político italiano escribió que en ocasiones “es muy sabio simular locura”. Ya a mediados del siglo XX, los estadounidenses Daniel Ellsberg, analista de inteligencia, y el economista Thomas Schelling estudiaron las ventajas de cultivar esta actitud. Ambos concluyeron que a veces podría ser lógica, pero no defendían su uso ni sus beneficios a largo plazo. Los estudios académicos siguieron siendo escépticos sobre la efectividad de la teoría del madman, aunque más recientemente se ha considerado que puede funcionar en determinadas circunstancias.
La teoría del madman implica negociaciones coercitivas, es decir, basadas en el uso de la fuerza y el poder. En general, para que estas funcionen deben darse dos compromisos. Primero, que la amenaza sea creíble, ya sea porque se tienen los medios para llevarla a cabo o porque ya se ha realizado un ataque similar. Segundo, que el actor objetivo crea que la amenaza cesará si cumple con lo acordado. Esto genera un dilema, pues es difícil fiarse de que una persona capaz de llevar a cabo grandes amenazas cumplirá su parte del trato en unas negociaciones.
Por ello, la utilidad de la teoría del madman es limitada. Un estudio reciente afirma que es útil sólo para los líderes con preferencias extremistas cuya locura se limita a una situación concreta. Por el contrario, quienes la tienen como una parte sustancial y constante de su carácter sacan poco beneficio de esta estrategia. De hecho, la teoría del madman conlleva consecuencias negativas. Entre ellas, no recibir grandes concesiones. Si un líder es percibido en el exterior como un actor con poder y locura, nadie va a querer aumentar su poder. Otra es que genera pocos aliados, pues nadie querrá vincularse a un actor inestable. Además, los líderes que usan esta estrategia no suelen diseñar y gestionar otras que sí son efectivas a largo plazo.
Nixon quiso ser un madman. ¿Trump también?
Varios líderes internacionales han sido categorizados como seguidores de la teoría del madman, entre ellos el libio Muamar el Gadafi, el iraquí Sadam Huseín o el propio Adolf Hitler. Todos sus casos han demostrado que, al final, esta estrategia no les fue útil. Más recientemente, con la invasión rusa de Ucrania, algunos analistas consideraron que el presidente ruso Vladímir Putin seguía esta estrategia. Sin embargo, el principal ejemplo de la teoría del madman es Richard Nixon y su gestión de la guerra de Vietnam.
Con su elección en 1968, Nixon quería acabar con el conflicto. Para ello pretendía forzar al Gobierno norvietnamita a negociar la paz bajo la amenaza de una escalada, incluyendo el uso de armas nucleares. Sus amenazas debían ser creíbles, así que la Administración le trató de loco afirmando que eran incapaces de controlar su comportamiento. Sin embargo, la resistencia norvietnamita se mantuvo y el Ejército estadounidense acabó retirándose de Vietnam en 1973, en la que sería una de sus mayores derrotas.
En la mente de Donald Trump
El actual presidente estadounidense, Donald Trump, estaría implementando la teoría del madman. Declaraciones como “nosotros debemos, como nación, ser más impredecibles”, su plan de convertir la Franja de Gaza en un resort turístico o las reiteradas amenazas de imponer aranceles a otros países son algunos ejemplos, pero no los únicos. En su primer mandato, Trump intensificó su discurso sobre Corea del Norte, llegando a afirmar que Estados Unidos podría destruir al país. También usó la teoría del madman en las negociaciones del tratado de libre comercio con Corea del Sur en 2017, al ordenar a los negociadores estadounidenses que dijeran a los surcoreanos que él estaba loco y que en cualquier momento podía retirarse del acuerdo.
Trump tiene menos posibilidades de triunfar con la teoría del madman en su segundo mandato, principalmente porque la comunidad internacional ya conoce sus estrategias. Esto mismo hizo que la teoría del madman de Nixon fallara con la guerra de Vietnam. Los funcionarios de la Unión Soviética, que apoyaba a Vietnam del Norte, tenían estudiado al presidente estadounidense y podían averiguar cuándo sus amenazas eran reales y cuándo exageraba. Ahora bien, el carácter imprevisible de las decisiones de Trump y las lecciones de su primer mandato pueden facilitarle conseguir sus objetivos en política exterior.
