Pablo·Granada
Cada vez más gente es consciente de la necesidad de una relación de la sociedad respetuosa con el medio que habita, e igualitaria entre sus miembros, si quiere asegurarse unos derechos básicos, una cierta calidad de vida e incluso su supervivencia; la propia y la de futuras generaciones.
Fuente: cartonlab.tumblr.es
Estamos inmersos en un sistema económico basado en las desigualdades sociales y el consumo ilimitado aún cuando sabemos que los recursos materiales son finitos, lo que resulta en una situación insostenible, que no se puede prolongar en el tiempo. Es por esto que surge el concepto de sostenibilidad, como respuesta a los problemas que origina este sistema.
Un modo de vida sostenible tiene que serlo en tres aspectos: económico, ecológico y social. Debemos ser capaces de asegurarnos el mantenimiento material, la viabilidad de los ecosistemas en los que nos encontramos inmersos, y una justicia social que no provoque desigualdades. Mientras no consigamos esto, se producirán desequilibrios que nos afectarán de una manera u otra.
Los sistemas naturales son circulares: se renuevan constantemente. Y cuando esto no ocurre, el sistema desaparece, o se altera de tal manera que cambia profundamente: sufre una crisis. Sin embargo, nuestro sistema económico se basa en un consumo lineal, y que además, crece exponencialmente. Resulta bastante evidente que si consumimos recursos que no tienen tiempo de renovarse, el sistema colapsará. Es por tanto fundamental que seamos responsables con nuestro consumo, y lo mantengamos dentro de los límites que hagan posible que el sistema vuelva a ser circular.
Es relativamente complicado valorar todos los parámetros que determinan si algo es sostenible o no, aunque podemos establecer fácilmente ciertas pautas que nos indiquen si lo estamos haciendo bien: consumir lo necesario para asegurar que nuestros derechos básicos estén cubiertos, que sean recursos renovables, que se produzcan de manera local, con poco gasto energético, que duren mucho, que se puedan primero reutilizar y luego reciclar...
La industria textil ahora mismo es altamente insostenible: concentra la riqueza en pocas manos, explota a sus trabajadores, y es muy agresiva con el medio ambiente. Surge, en contraposición, el concepto de moda ética, que define la ropa que se ha elaborado de una manera sostenible. La fabricación del vestido y el calzado debe incluir el uso de materias primas renovables y naturales, obtenidas con procesos respetuosos con el medio y que no consuman grandes cantidades de agua o energía, que no lleven tintes o que éstos también sean naturales e inocuos, que se respeten los derechos de los trabajadores que elaboran la prenda, en unas condiciones laborales dignas, y que fomente el consumo local y la distribución de la riqueza. Tienen que estar hechos para durar, y si son artesanales, mucho mejor.
Tejido de algodón orgánico sin tintes. Fuente: www.foxfibrecolorganic.com
Y no es sólo una cuestión de solidaridad o conciencia social, que también. Cuando una persona compra una prenda sostenible, además de hacerlo porque cree que no se deben explotar a trabajadores de otros territorios o maltratar el medio, se está beneficiando ella misma y a su entorno más próximo: económicamente, lo que gasta revertirá en ella muchísimo más que si consume a través de grandes empresas que tienen sus sedes en paraísos fiscales y reparten ganancias entre unos pocos accionistas, en lugar de que los beneficios vayan a parar a manos de trabajadores y pequeños diseñadores, que pueden hacer crecer la economía local; además, si éstos trabajadores tienen sueldos dignos y sus derechos sociales asegurados, no competirán en un mercado laboral que reduce éstos cada vez más, sino que pasaremos a cooperar todos en una economía justa, por el bien común. Y evidentemente el respeto al hábitat aumenta la calidad de vida, y las prendas, cuanto más naturales, mejores para nuestra salud.
Quizás puede resultar difícil dejar de consumir prendas baratas (que lo son a causa de la externalización de costes que ya hemos explicado) en lugar de comprar moda ética, que tiene un precio acorde al trabajo que ha sido necesario para producirla. Sin embargo, a la larga será mucho más beneficioso para todos. Miradlo de esta manera: si una camiseta convencional me sale por cinco euros, pero se me rompe a los cinco meses, y me tengo que comprar dos al año, me sale más a cuenta comprarme una camiseta sostenible, aunque cueste quince o veinte, si me va a durar diez años!!
Un ejemplo de moda ética.