Revista Opinión

¿Qué es muerte digna?

Por Beatriz
¿Qué es muerte digna?
autor: blog Agua Viva
Esta noticia publicada en Infocatólica: "El Cardenal Rouco asegura que la ley de Muerte Digna del ejecutivo socialista no es una ley de eutanasia"  nos lleva a preguntar ¿qué es Muerte Digna para la Iglesia Católica?
Conviene repasar los términos:
La EUTANASIA es la acción u omisión por parte del médico con la intención de acabar rápidamente con la vida del enfermo. 
EUTANASIA ACTIVA es la eutanasia que mediante una acción positiva provoca la muerte del paciente.
EUTASANIA PASIVA es cuando se le niega al paciente cuidados que son necesarios y razonables. 
LA DISTANASIA contrariamente a la eutanasia tiende a prolongar en forma exagerada la agonía con tratamientos desproporcionados o muy costosos a pacientes sin esperanza de recuperación.  Es próximo a lo que se denomina 'encarnizamiento terapéutico'.
Frente a estos dos abusos (EUTANASIA - DISTANASIA) , se emplea la práctica denominada ORTOTANASIA.
ORTOTANASIA significa atender al moribundo con todos los medios que la ciencia médica posee actualmente proporcionando todos los remedios oportunos para calmar el dolor (respetando la voluntad del enfermo si se niega a recibir calmantes), aunque suponga abreviar la vida.  Es la práctica médica que deja morir en paz al paciente porque la prolongación de la agonía es irrazonable y desproporcionada.  La ortotanasia se diferencia de la eutanasia en que la intención del médico NO es acabar rápidamente con la vida del enfermo.
Para comprender mejor qué significa Muerte Digna para la Iglesia Católica, contamos con el ejemplo de Juan Pablo II:
Tomado de: esmaspuntocom
Juan Pablo II "rechazó" el ensañamiento terapéutico (tratamiento médico que intenta, por medios artificiales, retardar lo más posible la muerte en pacientes graves) y cuando le dijeron que una nueva hospitalización no servía para curarle prefirió permanecer en el Vaticano y ponerse "en manos de Dios", según aseguró el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, ministro de Sanidad de la Santa Sede.
"El (Juan Pablo II) preguntó: ¿si me llevan al Gemelli me curaré?. La respuesta fue no. Entonces replicó: me quedo aquí (en el Vaticano) y me pongo en manos de Dios", afirmó Barragán en un congreso en Milán, del que se hace este jueves eco "Corriere della Sera".
Lozano Barragán, según el diario, se preguntó "¿eso es un rechazo al ensañamiento terapéutico? y respondió que "sí, sí en el sentido de curas desproporcionadas e inútiles".
El diario añade, sin especificar si son palabras de Barragán o del autor de la nota, que si al Papa Wojtyla lo hubieran conectado a una máquina en el Policlínico Gemelli de Roma "tal vez habría vivido más allá del 2 de abril (de 2005, cuando falleció).

Juan Pablo II rechazó la distanasia y para nada se puede considerar eutanasia, porque contó con los cuidados médicos razonables y necesarios en su propia habitación.  Desde el 21 de marzo hasta su muerte tuvo colocada una sonda nasogástrica, que sólo se la quitaban cuando tenía que aparecer en público.
El vaticanista Luigi Accatoli reveló una conversación entre Juan Pablo II y su secretario Stanislaw Dziwizs: "sería mejor que me muriera si no puedo cumplir la misión que me ha confiado Dios" supuestamente seis días antes de su muerte.  Ese supuesto "desahogo" refleja lo que todos los cristianos solemos hacer en todo momento y más en situaciones difíciles: buscar la voluntad de Dios.  Juan Pablo II sabía que estaba viejo y muy enfermo, me lo imagino haciendo la siguiente reflexión: Si Dios ha querido que yo sea el Vicario de Cristo para apacentar su rebaño, tengo que contar por lo menos con la facultad de poder comunicar mi voluntad, pensamientos e ideas.  Si ya no cuento con esa facultad, si ya no puedo cumplir con la misión que me ha confiado el Señor, lo más probable es que es Su Voluntad  recogerme y conducirme hacia El.
Al ponerse el paciente en manos de la voluntad de Dios, o bien puede recuperarse satisfactoriamente (hay muchos casos de recuperación milagrosa después de administrar los sántos óleos) o fallece.  Esa es la manera que tenemos los cristianos para conocer Su Voluntad.  Eso fue lo que hizo Juan Pablo II.
Morir rodeado de amor, eso es Muerte Digna.
Una anécdota de la Madre Teresa de Calcuta: recogió a un anciano que estaba moribundo en plena calle, lo llevó a una de sus casas, lo bañaron, le pusieron ropa limpia, lo acostaron en una cama con sábanas limpias e intentaron alimentarlo. El anciano contemplaba a las monjitas en silencio hasta que abrió la boca y dijo: "toda mi vida he vivido como un perro y ahora voy a morir como un rey".
Ni el sufrimiento es "indigno", ni la ausencia de sufrimiento hace "digna" la muerte.
Michele Federico Sciacca en su obra "La Hora de Cristo" reflexiona sobre el valor purificador del sufrimiento:
"Un hombre sufre mucho, muchísimo. Ayudémosle: el amor al prójimo lo manda y yo debo amar a mi prójimo como a mí mismo. Ahora bien, ¿qué se yo de los designios de Dios? Debo ayudarle, pero teniendo presente que aquel sufrimiento puede ser una gracia, la condición que Dios ha querido para su bien, e incluso un premio, quizá fructífero del premio supremo de la salvación. “Puede ser castigo y puede ser misericordia” dice Fray Cristóbal a los pies del lecho de Don Rodrigo moribundo entre espasmos de larga agonía. (…) Debemos ayudar sin obstaculizar la obra de Dios, sin olvidar que, aun de las situaciones más humildes e insignificantes, no comprendemos el último fin."
Se subraya el valor cristiano del dolor y la posibilidad de que el moribundo quiera asumirlo voluntariamente ("Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y completo en mi propia carne lo que falta de las tribulaciones de Cristo a favor de su cuerpo, que es la iglesia" Col. 1, 24), pero no somos irracionales, también se reconoce la legitimidad del uso de analgésicos, aunque indirectamente abrevien la vida.

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