Revista Opinión

¿Qué es Política?

Publicado el 03 abril 2015 por Polikracia @polikracia

Germen de casi todos los debates que existen en la actualidad, la política es parte intrínseca de nuestra vida. Fue Aristóteles el primero que dijo que “el hombre es un animal político”; de modo que es político porque es social. Esto nos da una pista de por dónde queremos ir.

No podemos confundirlo con el Derecho, pues la Política no es un conjunto de reglas para la convivencia social. Podríamos decir que el Derecho es una consecuencia de la política.

Pues bien, a mí me gusta creer que la Política no es más que una serie de técnicas sociales de origen moral, caracterizadas por la aplicación del Derecho. Estamos viendo que la Política podría ser una rama de la Filosofía; mi criterio pasa por la creencia de que la base de nuestra convivencia es la Política, pues es filosofía llevada a la práctica social. Y para llevar a cabo la práctica de la Política, para hacer real lo que pone en los libros, los ciudadanos, o más bien los representantes, usan el Derecho.

¿Se le puede dar algún valor a este concepto? Es decir, ¿podríamos hablar de buena o mala Política?

Pues bien, partiendo de que el concepto que tenemos de lo que es bueno y malo es muy humano (algo en común con la Política) podría, en efecto, aplicarse. He aquí cuando afirmo que la buena política está encauzada a la consecución de intereses generales sin salirse de la legalidad y de forma democrática.

Pero, un momento: esto significa que lo que consideramos buena política tiene un límite: el Derecho. La aplicación del Derecho (por parte de un Ente estatal) de forma errónea conlleva a pensar que es una mala política, como también el hecho de velar por los intereses de una parte de la población (y últimamente esa población tiene mucho dinero).

Lógicamente, el ciudadano medio buscará por parte de sus representantes, la aplicación de una buena política, de cara a los intereses generales, que son los del ciudadano medio por excelencia. Esto significa que quiere un par de cosas: bajos impuestos, un trabajo digno acorde a su formación, inflación controlada y poder salir los fines de semana a gastar dinero libremente sin remordimientos postcompra.

Y sin desviarme del camino emprendido, el lector podrá apreciar que, cuando esto no ocurre, cuando no hay buena sino mala política, los problemas aparecen. Como por arte de magia, señores. Y el problema ahora mismo para los representantes mayoritarios en nuestro país no es la inflación, ni el nivel exagerado de paro, ni los desahucios que atormentan a los ciudadanos como la más grave de las pandemias; el problema por antonomasia de esta gente es una nueva fuerza política, forjada del fragor de una sociedad cada vez más encolerizada; una nueva fuerza política que va ganando adeptos cada día; un barco, capitaneado por Pablo Iglesias, que cada vez echa el ancla en más costas.

Los ánimos de los que sostienen este maravilloso país están caldeados, como llega a ser evidente, por los casos de corrupción que asaltan todos los días los informativos (de lo que se aprovechan los periodistas, que hacen su agosto). No hace falta tener ojo de buen cubero para darse cuenta de que unos cuantos lobos con piel de cordero se han colado en el sistema político español con grandes bolsas en las que poner todo el dinero que podían encontrar por los cajones, donde ahí mismo escondían como podían todos los documentos que les comprometían.

Al menos se han dejado alguno por ahí suelto, y les ha explotado la bomba en la cara. Espero que ahora les toque, en lugar de pedir perdón cada cinco minutos, tomar medidas. Primero, expulsar al corrupto (tanto de la militancia como de la institución), pues es deshonroso que un representante de la sociedad se vea involucrado en el latrocinio, sin más explicación que la ausencia de ella; acto seguido (seguidísimo), endurecer las penas en cuanto a esos delitos, e incluso establecer un castigo ejemplar, conforme a Derecho, para evitar así posibles reiteraciones.

No basta, pues, como dice Esperanza Aguirre, con estar “harta” de este tema, sino que hay que empezar a proponer y a actuar.


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