“para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, ¡embriagaos sin cesar!, con vino, poesía o virtud, como gusten.” En el instante en el que se escoge ser escritor, también se eligen ciertas responsabilidades, en primer lugar; ser dignos representantes de la realidad social, política, tecnológica y cultural que nos rodea. En segundo lugar; abrir la mente y el corazón de los lectores y con ello transportarlos a otro mundo, hacerlos dudar de lo que se ve a simple vista, hacerles sentir nuestro dolor, nuestra felicidad, nuestra preocupación o simplemente nuestra opinión. Entre esto y muchas cosas más, elegir ser escritor es al mismo tiempo sufrir con cada palabra, con cada verso y párrafo, es la máxima transparencia de nuestro ser transformado en líneas.
Es volverte frío, minucioso y cálido, todo al mismo tiempo. Es pararte a observar aquel instante peligroso, que no volverá pero que ya está clavado en tu pecho. Después escribir se transformará en tu analgésico para cada noche de insomnio. Ser un escritor es soportar, es resistir el invierno permanente.
Citando al rapero lirika inverza quien dice “escribir es como un vicio, comienza como un gusto, crees que puedes controlarlo, crees que puedes decidir cuándo hacerlo y cuando abstenerte, después comienza a quitarte tiempo, comienzas a obsesionarte con escribir sobre absolutamente cualquier tema, te aparta de tus amigos, te aparta de tu familia, se convierte en una necesidad, en lo único.”