Después de una lectura significativa (o la fruición de una película de gran calidad narrativa), el mundo me parece más claro, más nítido, más colorido: capto más a fondo la riqueza y la complejidad, comprendo mejor también los matices.Cuando me encontré con este pasaje del libro Lo que queda de los medios. Ideas para una ética de la comunicación, de los especialistas en semiótica, análisis narrativo fílmico y comunicación de masas Gianfranco Bettetini y Armando Fumagalli, no tuve más remedio que anotarlo. Lectura significativa: la que tiene auténtico significado para el lector. Esto no es gratuito o casi tautológico. Estamos rodeados de textos que producen lecturas de poca significación personal, textos poco relevantes para el crecimiento del hombre o la mujer. Buscamos sentido para vivir, porque si no, la vida se hace insoportable. Una lectura significativa puede alumbrar un problema, despejar una bruma personal, pero al mismo tiempo nos hace más conscientes de la complejidad de lo humano y de su riqueza. Y en el plano moral, esto debería hacernos más humildes.
La lectura del esteta, el que evita lo significativo, porque no se deja interpelar personalmente por el texto, es una lectura fallida. Aunque se trate de un gran texto. Como decía Mallarmé: "La carne es triste, ay, y yo ya he leído todos los libros".