La estrategia bien planteada debe estar basada en tres elementos:
- Un diagnóstico acertado, que identifica los elementos clave, las oportunidades y riesgos, que hace una introspección crítica de los puntos fuertes y débiles de la empresa y que radiografía adecuadamente el mercado y la competencia.
- Un plan de acción que esté bien dirigido a aprovechar las oportunidades y salvar los obstáculos.
- Una disciplina de ejecución que permita llevar a cabo el plan de acción de forma eficiente y en un plazo adecuado.
La estrategia no es:
- Una lista vació de frases que hablan de la misión, visión y valores.
- Una larga lista de objetivos, que no renuncia a nada. La estrategia exige elección, foco. Es como un cuchillo, cuanto más estrecha y afilada sea su hoja, más profundamente se hundirá al clavarlo.
- Poner retos de objetivos imposibles sin fundamento y racionalidad.
- Una mera continuidad sin ambición alguna.
Por desgracia son muchas las empresas cuya estrategia no es realmente estrategia, sino un ejercicio vacío de frases aprendidas en libros o cursos rápidos de gestión. También son muchas las que por desconocimiento o por miedo no no asientan su estrategia en un diagnóstico sólido, porque no saben o no quieren saber cuáles son sus problemas reales. Y difícilmente se puede mejorar algo si no se lo conoce bien, si no se sabe que es lo que podría funcionar mejor, lo que es mejorable.