En julio de 2008, a raíz de la marcha contra las FARC, abrí este espacio. Para ese entonces estaba próximo a cumplir dos años de haberme graduado de la carrera de derecho (por más que en mi universidad todavía quieran seguir pensando que allí se enseña jurisprudencia y no derecho). Dada mi evidente juventud, mis ganas de escribir, mi escasa experiencia en el ámbito de lo jurídico en ese momento, y mis permanentes inquietudes en materia jurídica y política, decidí abrir este espacio.
En ese entonces, decidí realizar un experimento: escribir con un alias. Quería saber qué tantas "bolas le para la gente" a lo que se dice, y no tanto a quién lo dice. En primer semestre de derecho, le enseñan a los abogados que existen dos falacias que se presentan con cierta regularidad: la falacia ad hominem y la apelación a la autoridad. En el primer caso, se pretende restar validez a un argumento atacando a quien lo dice. No se ataca al mensaje, sino al mensajero. En el segundo caso, ocurre diametralmente lo opuesto: se pretende validar un argumento, no por la fuerza del mismo, sino por la autoridad o sapiencia de quien lo dice. Es el popular: es cierto, porque lo digo yo.
De allí surgió la idea de darle vida a Gaviota Jurídica. Luego de casi 15 años desde que esto ocurrió, puedo hacer un balance de lo que ha ocurrido con esa notoria idea:
1) En un inicio, la idea funcionó. Dado que la gente no tenía la más mínima idea de quién escribía lo que yo escribía, se fijaban mucho más en lo que decía, puesto que no había manera de que supieran quién lo decía. Me encantaba poder interactuar con personas y debatir ideas sin que fuera relevante quién las debatía.
2) Debido a las iniciativas grupales de un grupo de blawggers, mi anonimato dejó de existir a partir del año 2009, en donde algunas personas sabían que Gaviota Jurídica era yo, Javier Darío Pabón Reverend. Eso, por supuesto, tuvo dos efectos inmediatos:
a. Dejé de parecerle interesante a quienes se enteraron que Gaviota era un abogado rosarista de 29 años (en ese entonces).
b. Mis opiniones empezaron a ser leídas a partir de quien las dice, y no a partir de lo que se dice.
Por cuestiones de trabajo, principalmente, mantener este espacio con un nivel de actualización medianamente decente empezó a ser increíblemente difícil. En consecuencia, empecé a dejar de actualizar con regularidad y eso es terrible cuando se trata de administrar un blog, un podcast o un canal de Youtube. En cierta medida, cedí a la tentación de migrar hacia Twitter. La experiencia es completamente distinta, y ahora en la época de la postverdad (sí, lo seguiré escribiendo con "t"), en donde cualquier estupidez pasa por una verdad, las noticias se fabrican, y los influencers son las personas "que nos ponen a pensar", he considerado necesario volver a este blog.
Sin embargo, Picotazos de Gaviota será ahora algo muy distinto.
A diferencia de 2008, he conocido lo bueno y lo malo del poder. Conozco o conocí personalmente con ciereta cercanía a personas que han sido: Fiscal General de la Nación, Vicefiscal y Decano de mi universidad, Secretario Anticorrupción de Colombia, Viceministra del Despacho, Magistrados de Altas Cortes, así como muchas personas que en el ámbito privado también han llegado a ser reconocidos. Sé cómo funciona el poder, aunque deteste ahora saber lo que sé.
A diferencia de 2008, yo ya fui amenazado por las personas que me tenían que proteger, y abandonado por mis "amigos" y "protectores". He visto a personas que mirándome a los ojos se solidarizan con uno y posterioremente dan orden de no entrar en contacto con uno.
Luego de casi 15 años, conozco la diferencia entre ser educado y ser instruido. Hay demasiados idiotas con títulos rimbombantes, y demasiados ingenuos que creen que a las buenas personas se les identifica por esos títulos rimbombantes. He vivido lo suficiente para saber que las personas instruidas no necesariamente son personas buenas. Por el contrario, no hay nada más peligroso que un corrupto hábil o un idiota con poder.
He probado los momentos de reconocimiento y alabanza, tantos los merecidos como los inmerecidos.
He saboreado los momentos de derrota y fracaso, tanto los merecidos como los inmerecidos.
A partir de este 2023, seguiré con espacio, y seguiré con Gaviota Jurídica, a quien le he adquirido cada vez mayor cariño. Sin embargo, aquí no hay un experimento argumentativo de nada. Ese ya se surtió y los resultados ya se los comenté. Es un espacio personal de reflexión y crítica, tanto en derecho como en política. La difusión y la interacción no son lo principal. Más que "me den la razón", me interesa no caer en la banalidad del imperio de los likes. Escribo y escribiré, porque lo necesito. Eso será "Picotazos de Gaviota" a partir de ahora...