Cada tres años, Ministras y autoridades que tienen a su cargo políticas de igualdad, se reúnen para identificar y evaluar cómo están sus países; visibilizan los avances, analizan los retrocesos a nivel regional y también internacional, y plantean cuáles deberían ser los próximos pasos a seguir por los Gobiernos para poder lograr la igualdad de Género en la región.
Esta Conferencia sobre los derechos de las mujeres, con su histórica trayectoria, es ya una de las reuniones políticas más importantes en nuestra región, posibilitando estos análisis y diálogos regionales.
¿Qué Estado para qué igualdad?
“¿Qué Estado para qué igualdad?” fue el tema de esta undécima Conferencia Regional. La CEPAL presentó un documento de posición en donde se examinaron “los logros y desafíos que enfrentan los gobiernos de la región en materia de igualdad de género, a la luz de las interacciones entre el Estado, el mercado y las familias, como instituciones sociales construidas mediante políticas, instituciones, leyes, usos y costumbres, que en conjunto establecen las condiciones para renovar o perpetuar las jerarquías sociales y de género”. (Ver ponencias y presentaciones)
El objetivo de la reciente Conferencia fue justamente examinar los logros y desafíos regionales pero prestando particular atención a la autonomía y el empoderamiento económico de las mujeres, sobre la base de la evaluación de los principales avances y retos en el cumplimiento de los compromisos acordados en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) y las conferencias regionales sobre la mujer.
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la presentación de este documento de casi 100 páginas señala que en el mismo: “se destaca la importancia de contar con Estados responsables del respeto, la protección y el cumplimiento de los derechos humanos de manera integral, mediante la articulación de los derechos sociales, políticos, económicos y culturales, y la vinculación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial para el diseño y la implementación de políticas públicas universales en que se asuma intrínsecamente que las políticas laborales están indisolublemente vinculadas a las políticas y los mecanismos necesarios para transformar a la reproducción social en una tarea colectiva.
También se hace hincapié en la necesidad de encaminar las políticas hacia la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar, y se plantea a los Estados y a la sociedad en su conjunto el fortalecimiento de iniciativas para que las mujeres superen los obstáculos que les impiden tener mayor movilidad y mejores trayectorias laborales sin discriminación para el pleno ejercicio de su ciudadanía.
En suma, se destacan los avances en materia de derechos económicos y sociales y el protagonismo político de las mujeres, al mismo tiempo que se ofrecen datos que permiten relevar el mantenimiento o surgimiento de nuevas desigualdades que, lejos de mostrar avances lineales en la región, muestran un mapa complejo que denota la existencia de desigualdades cruzadas entre el desarrollo económico, político y social de las mujeres, lo que pone en evidencia los altibajos, los bloqueos y la resistencia al cambio.”
Consenso de Brasilia
Después de los 15 años de la implementación de la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) el “Consenso de Brasilia”, reconoce como algunos de los logros y mejoras que deben destacarse “el incremento del acceso de las mujeres a la educación y la atención de la salud; la adopción de marcos legales igualitarios para la construcción y el fortalecimiento de los mecanismos para el adelanto de la mujer; el diseño de planes y programas para la igualdad de género; la definición y puesta en marcha de planes nacionales de igualdad de oportunidades, la aprobación y el cumplimiento de legislación para prevenir todas las formas de violencia contra la mujer; sancionar a quienes la ejercen y garantizar los derechos humanos de las mujeres, la presencia creciente de las mujeres en puestos de toma de decisiones y las medidas dirigidas a la lucha contra la pobreza”.
Además de afirmar estos avances, el “Consenso” integra temas más recientes que no habían sido abordados de esta manera en documentos de carácter regional, como el feminicidio.
El “Consenso” también reconoce aquellos obstáculos ponen límites o que impiden la verdadera igualdad de género y aquellos que hacen evidente la urgencia y la necesidad de multiplicar los esfuerzos para poder terminar con todas las formas de violencia contra la mujer. Entre estos obstáculos el texto señala la “feminización de la pobreza, la discriminación en el mercado laboral, la división sexual del trabajo, la falta de protección social y de pleno acceso a la educación y a los servicios de salud, incluida la salud sexual y reproductiva, y el trabajo doméstico no remunerado, la discriminación por raza o etnia, y las medidas unilaterales contrarias al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas, cuyas consecuencias fundamentales recaen en las mujeres, niñas y adolescentes”.
Acuerdos para la Acción
Los Acuerdos para la Acción que se plantean en el “Consenso de Brasilia” son ocho:
- Realizar acciones que hagan posible conquistar una mayor autonomía económica e igualdad en la esfera laboral. Entre una de las propuestas se encuentra la de “Desarrollar políticas activas referidas al mercado laboral y el empleo productivo a fin de estimular la tasa de participación laboral de las mujeres, de la formalización del empleo y de la ocupación de puestos de poder y decisión por parte de las mujeres, así como la reducción de las tasas de desempleo, con particular atención a las mujeres afrodescendientes, de los pueblos indígenas y jóvenes afectadas por la discriminación racial, de sexo y orientación sexual, a fin de asegurar el trabajo digno para todas y garantizar igual salario por trabajo de igual valor”.
- Fortalecer la ciudadanía de las mujeres y para ello promover y fortalecer políticas de Estado que garanticen el respeto, la protección y el cumplimiento de todos los derechos humanos de las mujeres, de todas las edades y condiciones, como base sustantiva de los procesos democráticos.
- Ampliar la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y en las esferas de poder e incrementar y reforzar los espacios de participación igualitaria de las mujeres en la formulación e implementación de las políticas en todos los ámbitos del poder público.
- Enfrentar todas las formas de violencia contra las mujeres mediante la adopción de medidas preventivas, punitivas, de protección y atención que contribuyan a la erradicación de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones, así como garantizar, a las mujeres, el acceso a la justicia y a la asistencia jurídica gratuita.
- Facilitar el acceso de las mujeres a las nuevas tecnologías y promover medios de comunicación igualitarios, democráticos y no discriminatorios.
- Promover la salud integral y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y garantizar las condiciones y los recursos para la protección y el ejercicio de esos derechos en todas las etapas de su ciclo de vida y en los diversos grupos poblacionales, sin ningún tipo de discriminación, basándose en el enfoque integral promovido en el Programa de Acción de la Conferencia sobre la Población y el Desarrollo.
- Realizar actividades de capacitación, intercambio y difusión que permitan la formulación de políticas públicas basadas en los datos del Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe.
- Promover la cooperación internacional y regional para la equidad de género.
Resoluciones
Durante la Conferencia se presentaron dos proyectos de Resolución, que fueron recogidos en el “Consenso de Brasilia”: uno sobre la nueva entidad ONU Mujeres (UN Women) , y el segundo, en Solidaridad con la Situación de Haití y Chile después de los terremotos.
Respecto a ONU Mujeres un punto que se planteó fue la importancia de que esta nueva entidad cree mecanismos claros de participación significativa para la sociedad civil, particularmente las organizaciones de mujeres, a todos los niveles; así como la importancia de asegurar que el financiamiento para ONU Mujeres proviene de recursos nuevos por parte de los donantes y que no se recortarán recursos existentes en otras agencias de la ONU o para la sociedad civil. Ya en varios espacios se ha afirmado que no se quiere que la agencia se convierta en una instancia que absorberá los recursos limitados que hay, sino que más bien se transforme en catalizadora y movilizadora de nuevos recursos; recursos que sirvan para apoyar a los movimientos y organizaciones de mujeres de todas las regiones.
Un coro de voces alertas
Se produjeron diferentes Declaraciones en Foros previos a la Undécima Conferencia o partir de reuniones en el marco de la misma. Una de ellas es la del Foro de Organizaciones Feministas, otra fue de la Red de Mujeres afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la Diáspora y otra la Declaración de Mujeres Indígenas.
La participación de las mujeres indígenas y afrodescendientes fue muy fuerte y vital; hicieron aportes importantes durante la Conferencia, y su trabajo de cabildeo fue clave para influir en el “Consenso de Brasilia”, que finalmente refleja claramente algunas de sus demandas.
También se dio a conocer una carta abierta “Reflexiones de jóvenes feministas en la CEPAL”.
* Para producir este artículo nos basamos en la Página Oficial de la Conferencia y en el Reporte y análisis realizado por el Observatorio de Género y Equidad y comentarios de algunas asistentes.
Por Gabriela De Cicco
Fuente: NOTAS DE LOS VIERNES AWID: Con la presencia de más de 700 delegadas/os de 33 países de la región, autoridades de gobiernos y representantes de la sociedad civil, se realizó del 13 al 16 de Julio de 2010 en la ciudad de Brasilia la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe