Qué fácil es olvidar
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Año 2137. Acabo de llegar del laboratorio. Estoy agotada después de un intenso, pero fructífero día de trabajo. Ha ido todo muy bien. Sin embargo, hay algo que me inquieta. Hace ya veinte años que obtuvimos la primera colección completa de tratamientos efectivos contra el cáncer. Logramos incluso crear vacunas eficientes que previenen muchos de estos tumores malignos. De hecho, los calendarios para proteger a la población, incluyen ahora estas vacunas. La investigación ha sido clave para alcanzar estos niveles de protección. Ya no se dan casos de cáncer de próstata o de ovarios. El cáncer de mama y el cáncer de pulmón prácticamente han desaparecido en la población no fumadora. El cáncer, esa cruel lotería que juega con tu genética y tu entorno, es ahora un monstruo controlable que suena a pasado, a recuerdo vago, a excepción. Los más jóvenes casi no saben lo que es. Falta muy poco para que, lo que llevábamos décadas soñando, sea casi una realidad. Sin embargo, una extraña corriente contraria a la vacunación ha surgido entre ciertos círculos. Empiezo a pensar que no aprendemos. Que la historia volverá a repetirse. Qué fácil es olvidar…