La vida es muy frágil. Mejor dicho la vida humana, no la VIDA. Para ser más preciso, los seres humanos somos frágiles y a un golpe, ¡zas!, nacemos, morimos, o nos da un vuelco. Un descuido, una fracción de segundo y se acabó, un instante y la diferencia entre ser o no ser. Un accidente, un paso mal dado, una maniobra mal ejecutada, un disparo perdido, una bronca absurda y una navaja, un mecanismo interno que se rompe y deja de funcionar normalmente…Sin considerar las veces que se ve venir, por enfermedad, miseria, hambre, por transcurso de tiempo.
La VIDA es más fuerte y dura, la vida interestelar, 18.000 millones de años, la vida en la Tierra, 5.000 millones de años. Somos los seres humanos, 150.000 años, 70.000 años, los que tenemos corta función, antes de los humanos todos los intermedios 500.000 años, un lío de dataciones. Por cierto ahora somos tres posibles especies orígenes, con el nuevo encontrado en Siberia. Nuestra última historia conocida data de unos 20.000 años.
Unos vienen y otros van. Nos empeñamos en juzgar la vida desde nuestros cortos parámetros temporales, humanos, y en ese terreno resulta imposible de atrapar. ¿Y si los genes fueran el centro de la vida de los que llamamos animales-humanos? Esas cadenas de ADN, (gran Severo Ochoa) ácido desoxiribonucleico que forman parte pequeñísima de las células y forman la información genética son la materia de estudio actual para el origen de la VIDA.
Richard Dawkins mantiene la teoría de que los genes nos utilizan a nosotros como vehículo para caminar por el tiempo, para transmitir vida desde miles y miles de años a través de múltiples cuerpos de seres humanos. ¿Eso ayudaría a explicar la percepción de continuidad de vida de bisabuelas a nietas?
El asunto de los genes tiene su miga, porque resulta que encuentran protección en los parecidos que sean más fuertes, y ello influye en el comportamiento cultural de hombres y mujeres en sus preferencias, como influyen las afinidades biológicas, o las complementarias, en ser más queridos, o esas cuestiones descubiertas hace no muchos años de amor por olores y sensaciones emitidas al ver al otro que quizás sean manifestaciones de afinidad entre genes.
Resulta que además de los patrones culturales, existen comportamientos que anclan sus raíces en lo biológico que justifican y aclaran la VIDA en esos comportamientos que a veces pensamos que solo son patrones culturales. La cultura sin duda, influye poderosamente en nuestro comportamiento animal, pero también sin duda, en el reino animal influyen comportamientos biológicos.
Pero en definitiva, tanto da, la vida, la nuestra, que frágil es y que poco control tenemos sobre ella.