Furgo hippie, un símbolo de la contracultura.
(Lecturas en voz alta). Este artículo de Babelia plantea cierta añoranza sobre aquel movimiento juvenil (década de los 70, inicios de los 80) que, de forma genérica, se conoció como "Contracultura". Y tanto que la quisimos. A la «cultura a la contra», que fue el título que manejamos en Salvat, año 81, para titular un libro de Temas Clave que finalmente se frustó, aunque parte de su contenido posible coincidía con varios capitulillos («módulos» los llámabamos) de «Bajo el signo de la juventud», del filósofo Aranguren que, junto con María J. Ragué, Racionero y otros, fueron quienes trajeron en directo noticias nuevas del fervor californiano. Un artículo, este de Babelia, meritorio, aunque insuficiente para abarcar lo que fue aquella historia, a la que nos sumamos decididamente quienes nos sentíamos comprometidos con la vida antes que con ideología alguna. Y poníamos (ingenuos) en la Exaltación del cuerpo y sus potencias sensitivas y artísticas el verdadero camino de la revolución. O así. «Disolución de tu cuerpo represivo» fue uno de los imaginativos y zumbones eslóganes de entonces. Aunque ahora ya pocos lo recuerdan. Larga vida a “la revolución de los centauros”. Hay sueños de nuestra juventud que podrán ser derrotados pero nunca vencidos.