Por: María Carla González
En la reflexión colectiva, el grupo continúa pensando que la oposición es necesaria y hay que dar oportunidad al cambio. El discurso del multipartidismo los convenció a pesar de ser mayoría de derecha.
Ahora soy un “NINI”, ni estudio, ni trabajo; afirma el orador desempleado, dibujando su realidad. Es que, ¿nos alegraremos de las noticias que, gracias a nosotros empeora mi país?
Siento que traicioné a mi hijo por no asegurarle un presente y futuro mediato; nos quejaremos por un tiempo, por no hacer lo correcto; se me olvidó el país, por solo mirarme a mí; no confié en la idea y castigué al hombre.
¿Y tú?, comentarás que votaste por precios incrementados e inalcanzables para la mayoría. Y luego del voto, quién te representa.
No entendí a tiempo que la lucha es de clases. Me “aseguré” de no asegurarme (en salud y educación). Justifiqué mi voto y no tengo justificación.
No me detuve a meditar, para aprender que nos castigamos. He traicionado al indígena de América que primero, alzó su lanza por mí.
Sé que tengo fuerzas y razones para reconocer que erré y si no piensan como yo, ¿por qué llevamos horas esperando para que nos regalen algo de comer?, gracias a la capacidad que tuvimos de no votar por quién, al menos, sí disminuyó los índices de pobreza, garantizó que un médico te atendiera gratis y se ocupó de alfabetizarnos.
Y qué le hemos hecho, ahora leemos la boleta electoral, ejercemos nuestro derecho y por pensar solo en nosotros; ¿lo hemos castigado?, ¿o nos castigamos a nosotros mismos?
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