Hace medio año hablé sobre el veganismo aplicado a los perros. Lo hice en este mismo blog, en un artículo titulado El vegano desestructurado que no quería que su perro comiese chuletas, y lo hice a raíz de un fragmento de una de las múltiples conferencias de Gary Yourofsky sobre el tema.
Quizá Yourofsky es uno de los activistas veganos más importantes del mundo, y, en lo personal, considero que tiene razón en muchísimas de las premisas que presenta en sus vídeos, pero debería documentarse mejor sobre perros y gatos.
Gary Yourofsky en una de sus conferencias para dar a conocer el veganismo.Una de sus frases más famosas es: “It is not your right – based on your traditions, your customs and your habits – to deny animals their freedom so you can harm them, enslave them and kill them. That’s not what rights are about. That’s injustice. There is no counter-argument to veganism. Accept it. Apologize for the way you’ve been living. Make amends and move forward.“
Un felino, cualquier felino, es carnívoro por definición, y un gato también. Un perro, cualquier perro, a su vez, es un bicho maravilloso, y ha desarrollado enzimas que le ayudan a digerir proteínas vegetales. Evidentemente, esto no los convierte en animales que pueden adaptarse a una dieta vegetariana, ni vegana; o por lo menos, no resulta beneficioso para ellos; hay otros que sí, como nosotros, pero no los perros ni los gatos.
Vamos, que esto empieza de la forma siguiente: el problema no es tener principios éticos, el problema es intentar imponerlos a la propia naturaleza. Desear que las cosas sean de un modo, y poner todo nuestro énfasis en creer y en luchar para que la hierba sea morada. Pero sin reparar en que, por mucha pintura que gastes, por mucho que colorees, los tallos seguirán saliendo verdes.
Deja que los animales sean animales
La primera opción es comprender que la mayoría de animales en el mundo no han sido domesticados, y no contribuir a ello. Es posible que la forma en la que una persona que se considera vegana más puede aportar a los animales, sea no teniendo mascotas.
Esto puede parecer ambivalente, o directamente extraño, pero Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El principito (Saint-Exupéry, 1943), acertó plenamente cuando escribió:
Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro. —Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado.
La naturaleza es autónoma, y casi siempre es salvaje, o agreste, o lo que nosotros hemos definido como salvaje y agreste porque no la entendíamos, o no nos parecía bien, o no nos interesaba de ese modo.
Uno de las noticias más interesantes sobre este tema puede leerse en Can dogs and cats be vegetarians? de Pete Wedderburn, en The Telegraph.En este caso, quizá sea tan simple como no tener por mascota a animales que necesitan la carne de otros animales para vivir; y que se han adaptado a nuestra dieta, de un modo u otro a través de los siglos, o han caminado a nuestro lado. Así, podemos escoger herbívoros como mascotas, que los hay, u omnívoros, como los cerdos o los cuervos, que, al igual que nosotros, pueden o no consumir proteína animal.
¿Limitaremos su libertad de acción? Sí, claro, porque es un omnívoro oportunista, que, a diferencia de nosotros, no se mueve a través de la ética o la razón; pero eso no es distinto a cómo nuestras decisiones afectan a cualquier mascota que comparte su vida junto a nosotros.
Saber y ser consecuentes
En diez años, quince años, treinta años, nuestras mascotas (carnívoras) comerán carne cultivada in vitro, y, muy probablemente, el resto del mundo (aquellos que coman carne y/o pescado) también lo hagan.
La tecnología y el desarrollo moral tomarán la delantera, y tendremos una respuesta a todos estos temas de los que, hoy, muchos nos preocupamos. Un vegano podrá tener de mascota a un perro sin dilemas morales; un vegano podrá comer carne de animales y ser consecuente con su forma de pensamiento; pero siempre (¡siempre!) habrá incongruencias entre nuestra filosofía de vida y nuestro mundo.
Desde el momento en el que tienes un móvil, o por acción u omisión dañas algo que intentabas proteger, compras café que ha sido recogido a través de prácticas neocoloniales o, simplemente, te comes un Kit Kat o un Yatekomo de esos sin saber que el aceite de palma destruye el hábitat del chimpancé en África, e incluso sabiéndolo, estás contribuyendo a la desigualdad.
Relájate. Todos lo hacemos o lo hemos hecho. La cuestión es: ¿quieres hacerlo? ¿o quieres hacer lo que esté en tu mano para mejorar todo lo que está a tu alrededor? Muchos no concibimos que una persona que se define como animalista, pueda ser especista, pero los hay; ahí entra en juego la libertad individual, el conocimiento, y el desconocimiento, y la ideología individual.
Al final, todo se resume en mirar más allá de uno mismo, y buscar el camino que nos permita vivir, y afectar positivamente a lo que nos rodea.
Este es un texto original creado para Doblando tentáculos. Si te ha parecido interesante, quizá quieras adquirir en papel o en eBook De cómo los animales viven y mueren (Diversa Ediciones, 2016), mi primer libro de temática animalista que trata estos y otros muchos temas similares. ¡También está disponible en Amazon!