Revista Decoración
Mi hermana (en quien pienso bastante últimamente, fruto de la morriña) y yo, nos hemos discutido millones de veces en la vida (de niñas había tortas de vez en cuando y cosas por el estilo...), de pequeñas y no tan pequeñas. Nos parecemos en muchas cosas, pero en otras somos como la noche y el día. Pero al final, siempre seguimos siendo hermanas y con el paso de los años, grandes amigas.
Muchas veces opinamos de forma distinta, nos discutimos o nos cuesta ponernos de acuerdo, o tenemos actitudes que a la otra no sientan muy bien. Pero somos familia y eso no lo cambia nadie, y seguimos queriéndonos porque no es incompatible con lo anterior.
En las parejas (vale, estaba pensando en Marc y yo, pero también en las parejas en general), aunque este tipo de amor es distinto, es un amor romántico, también tenemos opiniones diferentes muchas veces. Tenemos defectillos, y en ocasiones nos cuesta ponernos de acuerdo. Donde él ve azul yo veo amarillo, donde yo veo verde él ve rojo. Y muchas veces nos encontramos hablando en idiomas completamente diferentes... Pero de igual forma, seguimos siendo nosotros dos y no es incompatible con amarnos.
Mucha gente en nuestra sociedad no acaba de ver esto, y cuando después de un tiempo juntos comprueban que hay cosas donde cuesta esfuerzo ponerse de acuerdo, y las diferencias a veces parecen complicadas, a menudo se piensa que el amor que se sentía al principio se está acabando, y que quizás no sea tan buena idea estar juntos. Es fácil pensar que al encontrar a tu pareja ideal todo va a ir como la seda entre vosotros, que es la persona con quien nunca vas a discutir, tu alma gemela que te comprende en todo momento y sabe lo que necesitas cuando lo necesitas. Pero la realidad es que esa perfección no se da de forma natural en muchos casos.
Porque la ecuación es:
Persona imperfecta + Persona imperfecta = Dos personas muy imperfectas.
Juntas.
Al fin y al cabo somos humanos, vamos a tener diferencias en muchísimas cosas y nos pondremos de los nervios de vez en cuando. Pero, ¿y qué más da? Sé que estoy con un hombre maravilloso, aunque no perfecto. Un hombre a quien he decidido amar en lo bueno y en lo malo, no solamente mientras estemos de acuerdo en todo y nuestra vida sea un camino de rosas. Sé que estoy con un ser humano, y al igual que él, yo también tengo defectos.
Muchos defectos.
No sé vosotras, pero a mí me gusta ser consciente de eso, porque es muy fácil decepcionarse de la vida con tu pareja cuando descubres que la realidad no es tan ideal como imaginabas al principio. Y además, tener esto presente también ayuda a extender la gracia mútuamente y aceptarse mejor el uno al otro.
Si estás en el inicio de una relación, o si llevas ya un tiempo y empiezas a ver que te pone de los nervios, piensa en la gran mayoría de cosas positivas que hay entre vosotros, y no olvides esto: Es y será siempre absolutamente imperfecto (igual que tú). Con una absoluta necesidad de ser amado. Cuando eres consciente de esto, y de que las diferencias son totalmente normales en una relación, las muchísimas ocasiones de decepción se ven reducidas de forma increíble.
Te quiero Marc, ¡me encanta ser imperfectos juntos!
(Dibujo superior via. Gracias a Isme por la foto!)