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Y digo dieta y ejercicio porque es en lo que solemos centrarnos cuando tratamos de mejorar nuestro estilo de vida en pro de nuestra salud y bienestar, aunque siempre sin olvidar que en ese sentido también es fundamental tener en cuenta nuestro descanso, relaciones sociales, sincronización con el ciclo circadiano, etc. Ya sabes, todo cuenta.
Todos estos aspectos, si los observamos detenidamente, comparten un factor común –un tanto simplificado…–: se refieren a cosas o hábitos que nos ocurren “fuera de nosotros mismos”. Lo que comemos, lo que nos movemos, lo que nos exponemos a la luz natural, lo que nos socializamos, etc. Evidentemente todo esto tiene un efecto en nuestro “interior”, aunque acostumbramos a concebirlo como algo “exterior”, asociándolo con nuestro cuerpo –como si estuviera separado de nuestra mente.
En la búsqueda de la salud y el bienestar –y, por qué no, también de la felicidad–, son muchas las personas que se centran únicamente en este ámbito de sus vidas. Y aquí es cuando empiezan los problemas, cuando nos centramos únicamente en lo “exterior”, olvidando que tal vez también haya que prestarle cierta atención a nuestro “interior”.
Por norma general, durante más o menos tiempo, cuando uno empieza a prestarle más atención a su dieta o a la actividad física, si lo hace de forma coherente, la cosa mejora. Uno se siente mejor, probablemente pierde unos kilillos, se mueve con más agilidad, etc. Sin embargo, una vez superada una etapa de “subidón” a corto o medio plazo, es muy común que a largo plazo la cosa se desinfle.
¿Cómo puede ser? ¡Si estoy haciendo todo lo que teóricamente debo hacer…! Me alimento como un cavernícola, he dejado el Cardio Crónico y practico Método Natural –o Crossfit, Paleotraining, etc.–, me voy a dormir a las 22 de la noche… ¿Qué está pasando?
La respuesta simple y simplificada es la siguiente: hay algo que estás pasando por alto, tu mente. Estás demasiado pendiente de lo que ocurre “fuera de ti”, y eso te ayuda pero no es suficiente. ¿Estás prestando atención a lo que ocurre “dentro de ti”?
¿Cómo gestionas tus emociones? ¿Y tus pensamientos? ¿Dónde sueles tener la cabeza? ¿Aquí y ahora? ¿O allí y no sé cuándo, en el pasado o en el futuro? ¿Te invaden constantemente miedos, preocupaciones? ¿Divagas todo el día entre expectativas, sueños, ilusiones, esperanzas? ¿Eres auténtico o te comportas como crees que los demás esperan que seas?
El “estilo de vida exterior” juega un papel fundamental, incluso a nivel “interno” –y viceversa–, pero cuando te encuentres en un momento en que todo lo de “fuera” parece ser como debería ser y sin embargo sigues percibiendo que algo falla, creo que lo más adecuado es que empieces a plantearte las preguntas que acabamos de ver.
De hecho, te recomiendo que el primer paso que des ahora mismo, al tratar de encontrar una solución cuando dieta y ejercicio no funcionan, sea tirar a la basura todo lo que he dicho sobre “interno” y “externo”, todo lo que he escrito entrecomillado, y empieces a concebirte como un todo indivisible, no como un algo separado en cuerpo y mente.
Esta división nos ayuda a aproximarnos a una descripción de lo que somos, pero ni mucho menos conseguirá jamás definirnos realmente, expresar lo que somos.
Por eso, como resumen, ante la pregunta ¿Qué hacer cuando dieta y ejercicio no funcionan?, yo simplemente respondo: