En una sociedad como la que vivimos hoy en día, es muy frecuente que nuestros pequeños no dispongan de unos hábitos correctos a la hora de tomar las comidas que les preparamos.
Hoy veremos qué cosas funcionan y qué otras cosas no debemos aplicar para conseguir que nuestros hijos se sientan motivados para comer el plato que les corresponde.
Lo primero de todo es dejarse de amenazas inútiles. El típico “Si no te lo comes ahora, te lo comerás para cenar” es una táctica muy antigua pero que no suele estimular al niño. Si a este no le gusta lo que se le ofrece, tampoco se lo va a comer en otra toma del día, o bien si lo conseguimos será a base de gritos y malas formas.
Otro error común es prepararle continuamente su plato preferido. Esto no nos conviene puesto que, aunque suele funcionar, el niño interpretará que es un premio a su conducta cuando realmente no ha hecho nada que merezca una compensación, malacostumbrándose así a comer sólo que a él le gusta.
Un niño debe comer de todo y variado. Ahora bien, esto es muy fácil de decir, pero ¿cómo lo aplicamos para que así sea?
Empezaremos por comer siempre junto a él y comer lo mismo que él. Así el pequeño interpretará que lo que él ingiere es lo mismo que lo de sus padres y se acostumbrará más rápido.
Otro truco muy bueno es el de enseñarle a cocinar cosas sencillas (siempre supervisándolo) que él después pueda comer. Si cocinamos el menú de nuestros hijos en presencia de ellos y les incitamos a colaborar, es difícil que después no ingieran aquello que sus propias manos han preparado.
Ya para terminar, si tu hijo odia un alimento en concreto, no insistas; cámbialo por otro de su agrado y que ofrezca unos nutrientes similares, puesto que al final eso es lo que importa.