Revista Viajes

¿Qué hacer en Tokio en 48 horas?

Por Martineznotte Alejandro Martínez Notte @martineznotte

Una de las atracciones imperdibles es el Shibuya Scramble, el cruce peatonal más grande y concurrido del mundo. Para tener noción de lo que significa esa esquina, se puede visitar la webcam en la que el hormiguero humano es visible en vivo y directo las 24 horas, todos los días del año.

Este cruce se encuentra frente a la estación de trenes y autobuses de Tokio, al oeste de la ciudad, en la línea circular del tren Yamanote. Es importante saber que en Japón hay unos 300 cruces similares, por lo que hay que prestar debida atención al nombre en su idioma original: es el Shibuya Scramble Kousaten.

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Por su propia dinámica, en Tokio la sensación de vorágine es permanente. Más allá de la fascinación inicial, que llevará al turista a tomar fotografías del tránsito y la cantidad de transeúntes que caminan sin parar, una buena opción es disfrutar de la gastronomía.

Ootoya es una cadena de restaurantes de comida tradicional japonesa, que ofrece menús a precios muy razonables. El restaurante Ootoya de Tokio se encuentra en el centro comercial Shiodome Building. Sin alejarse demasiado del centro, es posible degustar platos típicos y llevarse una buena impresión de la cultura culinaria nipona.

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Otra de las atracciones que caracteriza a Japón, son sus parques y templos dedicados a la contemplación. En un claro contraste con el bullicio vertiginoso de la capital, los parques y jardines tradicionales ofrecen una paz nada despreciable cuando se trata de viajes relámpago.

Entre otros, se destacan los Jardines de Hamarikyu, y los Jardines del Este del Palacio Imperial de Tokio. En ellos, los japoneses se reúnen a conversar, sentados en el suelo. Detrás de los cerezos, suele recortarse la figura de los rascacielos que le dan fama a esta capital asiática. Pero allí dentro, reina la paz, entre los árboles y en silencio.

Otro tanto ocurre con los templos budistas, y los santuarios. En ambos casos, los japoneses rinden tributo a deidades milenarias: Buda, o los emperadores. El santuario Meiji – Jingu es uno de los de mejor reputación entre los turistas. Se encuentra muy cerca del distrito Harajuku, uno de los más concurridos de Tokio.

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Finalmente, visitar a Buda no puede pasarse por alto. Es muy recomendable el templo sintoísta de Kitano Arai, entre muchos que deslumbran, por la estética tradicional de casitas de madera con techos curvados, a dos aguas. En ellos están a la venta recuerdos, con frases representativas de la religión mayoritaria de Japón.

Pero, además, en ocasiones, puede que el viajero se tope con una escultura gigante de Buda. Es un buen consejo detenerse y contemplarla. Quién sabe si ello no nos acerca un poco a nuestra propia esencia.


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