Revista Opinión

¿qué hacer? la acción como inacción

Publicado el 02 agosto 2010 por Jorge Gómez A.

Siempre se ha hablado de la praxis, la acción en cualquier ámbito, como la forma de cambiar las cosas, el statu quo. Si bien esto es algo cierto ¿Qué pasa cuando la praxisderiva en dogma y se transforma en hacer por hacer, en un sin sentido?

En estos tiempos, las ideas adquieren valor siempre y cuando vayan de la mano de la praxis. Es común en las discusiones de todo tipo, que a las opiniones emitidas sobre cualquier tema, se las someta a examen bajo la pregunta ¿A ver qué haces tú por tal o cual cosa?

Bajo ese prisma, la legitimidad y coherencia de la opinión o de una idea queda supeditada a la praxis. Si bien esto es importante, en los últimos tiempos se ha producido una paradoja, la sobrevaloración de la acción, que ha terminado por establecerla como un dogma del hacer por hacer. O sea, la acción sin sentido, como inacción.

Este fenómeno es apreciable en diversos ámbitos. No obstante, lo común en todos estos casos es que la acción -que se levanta como contraria a cierto statu quo bajo algún prisma ideológico- termina por fortalecerlo al naturalizarse como parte de éste. En todos los casos, se establece una lógica acorde a lo que el “sistema” requiere, haciendo creer que lo que se hace va contra éste, aunque lo cierto es que los vuelve funcionales a su mantenimiento.

Así, ya es “natural” o “tradicional” que cada año en ciertas fechas haya desmanes o violencia -aunque quienes los cometan no sepan ni siquiera que día es- u otras situaciones que se muestra como contrarias al statu quo, sin realmente serlo. Con ello entonces, se comienza a camuflar la inacción como una “acción”.

Diversos tipos de acción surgidos del dogma del hacer por hacer, que eventualmente surgen como respuesta al statu quo imperante en cualquier ámbito, no sólo terminan por reforzar y legitimar el poder imperante, permitiéndole deslegitimar a priori y ante el resto de la población cualquier demanda por válida que sea, sino que inhiben la capacidad de acción real y concreta de otros actores.

El dogma de hacer por hacer, también hace creer a sus ejecutores, que como iluminados por la divinidad, son los únicos y mejores representantes de las demandas defendidas, y que sus acciones por carentes de sentido que sean, sirven de algo. La lógica del caudillo y del elitismo. Es decir, el dogma de hacer por hacer, en vez de unificar, también divide. Nada más funcional al statu quo en cualquier orden de cosas.

En estos tiempos, el dogma del hacer por hacer, no sólo es notorio en ciertas fechas, sino que se hace más notorio en las redes sociales, donde todos se unen a diversos foros o grupos, que plantean defender distintas causas, sin siquiera saber en muchos casos, qué se defiende o cómo. Acción sin sentido. Una fe ciega. Una nueva religiosidad.

La lógica del hacer por hacer, al igual que otros dogmas, a través de la inacción camuflada como acción, produce una autocomplacencia en los individuos mediante ciertos rituales, aún cuando no tengan ningún efecto real.

¿Qué hacer entonces realmente?


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