Hoy me apetece hablarte sobre lo que me empujó a sanar mis relaciones.
Contarte un poco de la historia de mi vida y darte el trasfondo necesario para que comprendas por qué me dedico a difundir las Relaciones Auténticas y la Sexualidad Consciente por el mundo.
Si esto de que te hable de mi película te molesta… Pues mira, lo entiendo.
Aunque quizás este no sea el espacio donde necesitas estar si es el caso.
Y si eres como yo, también entiendo que te joda lo que te voy a decir ahora… Pero es sano reconocerlo.
Estás leyendo esto porque tienes un problema.
El lado positivo de ello es que lo estás leyendo porque también tienes el deseo de resolverlo y estás tomando medidas para lograrlo.
Espero que te hayas cansado ya de vivir relaciones de mierda que solamente sacan lo peor de ti y te amarran a la estacada…
Porque lo que vamos a hacer aquí hoy es romper las cadenas que te impiden tener la relación que mereces y con la que sueñas.
Vamos a trabajar desde el yo. Por eso hablo de sanar mis relaciones. A medida que leas, entenderás que “mis” también son “tus”.
Y ahora que hemos sentado un buen precedente, seamos honestos el uno con el otro. ¿Te parece?
Tu problema, como el mío, es que no se mantienen conversaciones auténticas acerca de las relaciones.
Que nadie te demuestra sus verdaderas heridas y las auténticas causas de cada una de ellas…
Por miedo, por vergüenza o por lo que sea.
Y que cuando alguien habla de sanar mis relaciones, casi siempre hay estigmas aparejados y dejo de escuchar ipso-facto. ¿Qué, tú no?
Si acaso, lo que predomina en estas conversaciones son las fachadas que hay que mantener de cara a la galería.
Se vive representando el mismo papel para quedar bien en público, y escondiendo y reprimiendo lo que de verdad sentimos y anhelamos.
Entonces, cuando desafías esa forma establecida que no te representa para nada, te quedas vagando en la incertidumbre. Practicando un ensayo y error constante, por si acaso das con la tecla adecuada, aunque sea por casualidad.
Aunque, por lo normal, te chocas de frente con lo que te daña y te desagrada profundamente.
Y entonces, harto de lo que predomina pruebas de todo… Siempre en busca de lo que de verdad te gusta y te aporta sentido.
Yo lo hice así, al menos. Me dispuse a sanar mis relaciones y acabé saliendo con todo tipo de personas. Madres solteras, mujeres divorciadas con y sin hijos, chicas de mi edad o hasta un par de años menores que yo…
Y eso por no hablar de sus profesiones o sus intereses en la vida… Je.
He salido con hippies, niñas de papá, bailarinas, profesoras de yoga y danzas, abogadas, doctoras y enfermeras, policías, profesoras, terapeutas, empresarias, alguna que otra ingeniera… ¡E incluso con la hija de un embajador árabe!
La verdad es que he aprendido mucho de todo lo que he tenido la suerte de vivir… Tanto bueno, como malo. Y que prefiero que abunde lo bueno y desaparezca lo malo en la medida de lo posible.
Por eso me sincero y te digo que estoy harto de comer mierda en mis relaciones. ¿Y tú?
Me he tragado toda suerte de desilusiones, desengaños, decepciones y broncas.
Incluso he sido difamado a veces en mis antiguos círculos de amistad, al ser tachado como un supuesto abusador y como un cabrón con las mujeres.
Sencillamente acojonante.
Máxime teniendo en cuenta que, desde los 13 años, me dedico a no marear a nadie. No miento sobre lo que quiero con esa persona y lo que siento por ella realmente.
Paso de esconderlo, de retorcerlo y de enmascararlo.
¿Y sabes cuánto jode que te pongan esos sambenitos a pesar de tus esfuerzos? Pues te lo voy a contar.
Todo comenzó con una dolorosa traición antes de cumplir siquiera 15 años…
Este fragmento es largo, pero siento que, si lo hiciera más cortito, no se entendería la magnitud de lo que me llevó a querer sanar mis relaciones.
Podría decirte, como hice antes, que fueron dos acusaciones falsas de abusos por parte de dos mujeres distintas. Por parte, solamente fue de boquillas y por la calle.
No he sido difamado frente a un juez, algo por lo que habría reclamado daños y perjuicios y todo lo que me correspondiera como indemnización. Me tomo esas cosas muy en serio.
También podría decirte que lo de “cabrón con las mujeres” era por tener la atención de las que a ellos les gustaban. Por eso y por no querer fingir una relación para que pudiéramos follar con el beneplácito público.
Sin embargo, contándolo así no te llegarías a empapar de todo el caos, los mareos y la mierda que tuve que afrontar.
Y tuve la suerte de no irme al lado oscuro de cabeza. Por eso quiero contártelo en detalle.
Ponte en antecedentes: yo ya estaba metido en todo eso de la seducción y el desarrollo personal por ese entonces.
Incluso daba consejos y ayudaba a quien me lo pidiese… Por eso acabé viéndole potencial a compartir mis ideas.
Antes de eso era el más prosocial de todos mis grupos; aunque eso conlleva un peligro curioso.
Solía ser el primero en recibir el golpe, por despuntar… Y por eso me tocó preocuparme de sanar mis relaciones.
Tengo cero vergüenza para abrirme a desconocidos y para intentar chapurrear cualquier idioma. Lengua de plata y cierta agudeza de ingenio.
Y por aquellos días no me preocupaba para nada de mantener un perfil bajo.
Resumiendo mucho… ¡Me iba bien con las chicas y eso me encantaba! Así que explotaba mucho mi fama de libertino.
Pero esa fama es traicionera. Te pone en el punto de mira.
En algún momento me confié tanto con mis capacidades que no supe ver al zorro que tenía en el gallinero.
Ahí me cayó el primer mazazo: la primera vez que me planteé una relación distinta me salió el tiro por la culata.
Encontré a alguien que me parecía viable para ello, pero esa persona acabó jodiéndome.
¿Cómo, dirás? Pues así:
- La primera acusación falsa fue cosa de una chica que quiso de mí algo distinto a lo que yo podía darle; y no quiso quedar mal con el grupo por perder la virginidad conmigo… En vez de con su novio del instituto, con el que llevaba saliendo más de tres años antes de dejarle y buscarme a mí.
Si quieres conocer la historia extendida, aquí te la dejo. Abre el acordeón.
Este fue mi primer encontronazo con esta clase de conducta. ¿Te cuento lo que aprendí y lo que me pasó?Típica historia: nos conocemos, conectamos, empezamos a hablar más cada día y a reunirnos con más frecuencia.
Ahora bien, la historia es totalmente platónica al principio. Me informa de que tiene novio, y le pido que siga la relación y que no la corte por mí.
Tiempo después me dice que han terminado, y que andaban mal. Cuando se recobra un poco, pasamos unos tres meses o así saliendo juntos.
Al tiempo de empezar me revela lo de su virginidad. Muchos intentos sin éxito porque le dolía, me dijo… Y tras contármelo, tuvimos un par de encuentros que culminaron en sexo.
En principio parecía buscar algo distinto a su ex, y por eso acabó conmigo un tiempo; aunque finalmente volvió a lo que le resultaba cómodo y conocido.
A medida que pasaban los días, empezó a exigirme cambios que no me representaban.
Básicamente quería que me comportase del modo que su ex-novio solía hacerlo: siempre disponible para ella en el teléfono, para ir a verla en los recreos del instituto, o para llevarla en coche donde hiciera falta…
Y más historias como estas. Por supuesto, sin respetar mis circunstancias personales.
Me harté de escucharle decir “si no lo haces, tanto no me querrás”.
Así las cosas, empiezo a pensar en sanar mi relación con ella. Le pido que en vez de estar conmigo seamos sólo amigos; y le sugiero que vuelva con quien sí le daba lo que quiere.
¡Empieza la telenovela!
Ayudé a esta chica a volver con su ex. Cortaron y volvieron varias veces.
Cuando lo dejó definitivamente, quiso liarse con mi mejor amigo… Y me pidió que le hiciera de carabina.
A sabiendas de la opinión de mi mejor amigo, le dije que no tenía nada que hacer.
Fue entonces cuando comenzó a difundir el rumor de que la había obligado a tener sexo conmigo.
Sí, tal cual: por puro despecho me puso a mí en un compromiso.
Este caso lo resolví encarando la situación públicamente, tras un par de ocasiones tensas en que casi recibo una paliza grupal.
Expuse la situación en público una cierta noche, con todo el grupo reunido. Y el que quiso entender, entendió.
Años más tarde, la misma chica repitió el mismo patrón de comportamiento cuando su novio de entonces (otro chico del mismo grupo) la pescó siendo infiel.
La respuesta de ella ante esto fue tildarle de maltratador en una especie de maniobra de evasión para, de nuevo, evitar ser la mala de la película.
Claro está, ¡sin tener en cuenta que se había destapado ella misma!
Porque, si te vas a vivir a otra ciudad y tu novio va a visitarte; y se encuentra lo que se encontró (a tu colega de siempre en tu casa y condones usados bajo tu cama)… ¡Poco puedes disimular!
En fin… Para entonces, creo que ya se le había visto suficiente el plumero. Le gustaba el papel de víctima.
Y así fue que al menos este chico me pidió perdón por atacarme cuando ella me hizo lo mismo a mí.
¿Y sabes qué? A veces bendición, a veces putada; pero algunas cosas se repiten hasta que aprendes de ellas.
Me explico…
Cuando me desentendí del primer caso y de buena parte de los implicados, hubo un eco varios meses después.
Otra chica contando la misma trola sobre mí.
Y casualmente, ambas chicas se llamaban igual. Con lo que, junto a otro par de sucesos, no puedo evitar sospechar de quienes comparten su nombre… Aunque me lo estoy trabajando.
- En el segundo caso, otra chica intentó aprovechar los ecos del primero y fue contando que yo había abusado de alguien. No de ella, sino de una amiga suya.
¿Por qué digo que fue una repetición?
No sólo por el nombre y porque contase lo mismo, sino porque sus razones también eran similares.
Los detonantes fueron dos: 1) no quise liarme ni acostarme con ella porque le gustaba a un amigo mío…
Pero 2) sí que tuve intimidad con personas a las que ella había llegado incluso a prohibir que tuviesen contacto conmigo.
Y con esto bastaría para resumir esta parte de mi legendario personal… Si quieres saltártela ve hasta el próximo título en verde.
Si te apetece leerla, abre el acordeón.
Hoy me río del tema, pero cómo me jodía entonces... En fin, con este bucle aprendí también bastantes cosas.Esta historia del bucle es algo más compleja que eso en realidad. ¿Te da morbo? ¡Pues te la cuento!
La conocí en una reunión de personas amantes del manga, los videojuegos y demás frikadas. Tuvo lugar en torno a las ferias y fiestas de Guadalajara,
Allí, ella estaba saliendo con una chica a la que tenía totalmente sometida. Intentó forzarla a tener un trío conmigo solamente porque ella quería acostarse conmigo.
Yo capté el panorama y corté todo el rollo en esa primera circunstancia. Accedí a que fuésemos amigos, eso sí.
Por entonces hacías lo típico: agregarse al messenger, el móvil y el Tuenti (esa red social extinta que ahora es la marca blanca de Movistar).
Así fue como esta señorita se unió a mis antiguos círculos de amistad y empezó a socavarlos.
Tiempo después de estos sucesos, la chica sumisa consiguió dejar esta relación y empezó a salir con un chico.
Entre tanto, un buen puñado de gente quería vengarse de la otra. Yo, quizás porque ya veía bastante fuerte lo que estaba pasando, le ahorré la cacería e intercedí para que la dejasen en paz.
Mal precedente. Le dí a entender sin querer que tenía especial importancia para mí. Que quería protegerla.
Y redobló sus esfuerzos para lograr estar conmigo… Aunque nunca lo consiguió.
En estas circunstancias, y merced a otras tantas, yo me fui de mi ciudad por un tiempo.
Salí de Guadalajara y me fui un tiempo a Alemania, otro tiempo a Murcia y un pelín de sitios más que no recuerdo.
El primer paso para sanar mis relaciones fue tomar distancia para poder abrir el foco y ganar en perspectiva.
Durante este tiempo, esta señorita me contactaba para ponerme al día sobre su vida. También me contaba sobre el estado de las relaciones en mi antiguo círculo de amigos.
Siempre aprovechaba para deslizarme indirectas, y también directas.
Sin embargo, yo siempre le recordaba que quien estaba enamorado de ella era mi amigo, no yo. Eso y que se fuese con él, o que dejase de marearle de una puta vez.
¡La segunda temporada de esta novela se complica!
Vuelvo a Guadalajara, y esta chica me recoge con una amiga suya que ya me había presentado antes. Pasamos la tarde juntos.
Intenta de nuevo enredarme para un trío, y en vez de eso, me acuesto solamente con su amiga.
Al parecer se da por aludida con este gesto y me deja en paz por ese lado. Acto seguido se enreda con ese amigo mío que la quería; y también, sin que yo supiera nada, con una chica de segundas.
Casualidades de la vida: se enredó una chica con la que yo llevaba liándome los últimos cuatro años cada vez que coincidíamos en una fiesta.
Así me proporcionó otra ocasión para sanar mis relaciones y aprender a gestionar con cuidado el sexo casual.
Pero la putada no fue esto, sino lo que me hizo a partir de cierta noche… Nuevamente, por un despecho.
A esas dos personas con las que se lió tras mi rechazo, les pidió que me dejasen de lado. Que me retirasen la palabra.
Especialmente a la señorita, a quien le pedía que, como mínimo, no volviese a tener nada de intimidad conmigo.
Obviamente no le hicieron caso. Y, en lo que sigue siendo una de mis noches de fiesta más memorables, la señorita con la que tenía tanta historia decidió liarse conmigo y colarme en su fiestecita privada con otra chica… En las mismas narices de la controladora, mientras ésta celebraba su cumpleaños allí mismo.
Cumpleaños al que, según se me dijo, no se me invitaba por razones de espacio; ya que era en casa de la cumpleañera.
No se dijo nada de salir de fiesta después, y quedamos en vernos en otro momento.
Aquella fatídica noche, yo armé mis planes y aparecí en mi bar favorito de entonces a eso de las 22:30.
Salí para tomar algo con mi mejor amigo, los dos solos.
Y me alegra que él no se haya perdido ni una de estas telenovelas, de un modo u otro… Porque me ayuda a darme cuenta de que no todo era cosa mía, y de que no estaba perdiendo la cabeza. Mírate la peli Gaslight si no comprendes esta alusión.
El caso es que salimos solos y entramos a nuestro bar… Y allí estaban todos los protas de la novela y unos cuantos más.
Aquí llega la conclusión que esperas para esta historia, ¡no te angusties!
Fue cruzar las puertas, y la chica con la que tenía cuatro añitos de historia ya me había echado el lazo.
Me llevó con otra amiga en común con la que ella se estaba liando, y me invitaron a unirme a ellas. Y yo, que no soy tonto, accedí. Me gustaban las dos.
De hecho, no le miré el diente a este caballo regalado en toda la noche.
Bueno, al menos hasta que la cumpleañera se acercó a mí y me dijo, literalmente, que esto se lo iba a pagar.
Esa fue mi segunda acusación falsa, y la señal más clara hasta entonces para ponerme a sanar mis relaciones cuanto antes.
Cuando esta chica, a la que ya por entonces dejé de considerar mi amiga, se puso en este plan… Hubo que cambiar todo dramáticamente.
Y cuando digo todo, digo que dejé de ver a todo el mundo (excepto a mi mejor amigo) por unos meses.
No corté al 100% la comunicación, pero a la más mínima tontería empecé a aplicar el método millenial por excelencia: bloquear y eliminar.
¿Era realmente necesario sanar mis relaciones tan radicalmente? Así lo creo yo, por el mierdero que se acabó montando.
Me acusó de haber abusado de una amiga suya. Solamente conocía a dos de sus amigas: la del intento de trío y la de la fiesta de cumpleaños.
Y de ellas, solamente me he acostado con la primera. Es alguien a quien, para colmo, ayudé a dejar una relación abusiva con un señor de ascendencia árabe.
El caso es que ni siquiera tuvo la decencia de señalarse ella como víctima, y tuvo que implicar a una tercera persona.
Sería su palabra contra la mía en ambos casos… Pero, si decía que se lo había hecho a ella, no iba a colar.
La gente sabía de sobra todo lo que había intentado ella para enredarme a mí. Así que ahí estaba pillada.
Como ella no tenía credibilidad como víctima, dijo que abusé de una amiga suya.
Y de paso, me destaparon lo que había entre esta persona y mi compañera de juegos en las noches de fiesta.
Me contaron que estaban saliendo entre ellas, además de con otras personas; y que a mi compi le habían prohibido estar conmigo. Es decir, que tenían una relación entre abierta y poliamorosa, pero mal llevada.
Sus acuerdos hacían aguas por todos lados, porque eran un “sí a todo” sin leer realmente la letra pequeña.
Y lo que sucedió en su cumpleaños la puso en plan vengativo.
Pero bueno… Es típico de su perfil: lo que no puede controlar, trata de destruirlo.
Resumiendo mucho: entre el despecho de no conseguir enredarme para sus tríos, y la decepción de no poder controlar a las otras personas que te mencionaba; quiso desquitarse conmigo y tiró alegremente de lo más perjudicial para un hombre actualmente: tacharlo de abusador.
Total, ya lo habían hecho antes, así que cabía la posibilidad de hacer un daño serio con ello.
Cosa que en cierto modo fue así, pero… Sin que ella lo supiera, me dio más cosas de las que me quitó al hacer esto.
Notarás que dije algo sobre “antiguos círculos”, ¿verdad?
A raíz de todo este circo y de algunas cosas más, comprendí que debía distanciarme de aquellas personas y rodearme únicamente de gente sana emocionalmente.
De personas que comprendiesen mis motivos para relacionarme del modo en que lo hago, y que respetasen mis sentimientos.
Me afirmé en mi merecimiento de amistades comprensivas, respetuosas y libres de prejuicios.
Básicamente, determiné que me tocaba sanar mis relaciones sí o también.
Y a veces, sanar mis relaciones implica terminar las que están matándome y afianzar las que me dan vida.
No quería a mi lado a personas que me envidiasen por estar con las chicas que a ellos les gustaban.
Tuve que alejarme de quienes querían decirme cómo vivir mi vida para que ellos pudieran estar cómodos con la suya.
Ni por todo el oro del mundo quise cerca a quienes me llamaban cabrón por no querer fingir una relación.
Pues, sí… Me negué a “ser pareja” de alguien que solamente quería otra cosa de mí.
Me da igual si era para quedar bien de cara a la galería y mierdas de esas.
Pedía coherencia y congruencia: si quieres sexo nada más, no finjas que hay algo más.
Y no me dejaba marear por nadie, ni con sus deseos ni sobre los míos.
Gracias a mis amistades de entonces y su buen o mal ejemplo, esta fue otra cosa que aprendí para sanar mis relaciones:
Comunicarme abierta y honestamente en todo momento. Sanear mis acuerdos y no ser un tirano relacional.
Y por supuesto, comencé poniendo actos en vez de palabras sobre la mesa.
Terminé por alejarme de un chico que dijo que “hacía llorar a todas sus amigas”… Porque este chico no tenía amigas, sino prospectos de ligue.
Me resultó muy sano alejarme porque era una persona muy interesada, por un lado; y por otro porque la mayor parte de esas supuestas amigas eran chicas que se habían liado conmigo en algún momento. Chicas a las que él consideraba lo bastante tontas como para liarse con cualquiera si habían estado conmigo.
También me alejé de los que creyeron las acusaciones de la primera chica y de la segunda, por razones obvias. A pesar de lo que yo hiciese o dijera, iban a verme como ellos quisieran.
Así que dejé que la vida les demostrase lo que debiera… Y la vida cumplió.
Ambas chicas repitieron el patrón, y esta vez yo no estaba por ninguna parte en la película. Ya nadie podía culparme.
Ambas establecieron relaciones tóxicas donde, para remate de ferias, si había abusos eran recíprocos.
Me creo apenas la mitad de lo que he llegado a saber desde entonces, y esa mitad ya me pone los pelos de punta.
Baste decir que aquel grupo se ha desmembrado.
Y yo, mientras tanto, me dediqué a vivir mi vida sin mareos ni pajas mentales.
Tenía dos principios en mente para lograrlo:
Me centré en ser más claro que el agua con mis deseos, intereses e intenciones.
Procuré no engañar a nadie acerca de mis sentimientos, y ser tan comunicativo y tan abierto como pudiera permitirme.
Y lo logré hasta el punto de que hubo quien me consideraba ególatra, y dueño de una autoestima asquerosa y envidiable al mismo tiempo.
Con todo, era mejor solución que conformarme y seguir la norma. Porque…
Sí, ¡podemos romper esos círculos viciosos y viciados que nos destrozan la vida!
La pega está en que exige una cantidad enorme de sacrificio por nuestra parte.
Y no vale con cualquier cosa…
No basta con tener la mejor de las voluntades, ni con ser un buen tipo.
Tampoco es suficiente tener tus asuntos en orden, ni mermar la inestabilidad en tu estilo de vida.
Para sanar mis relaciones, tuve que comenzar desde adentro e ir sumando el resto de frentes a partir de ahí.
Porque todo parte de los vínculos internos que andan sueltos y pegando chispazos por ahí.
- De aquellas cosas en ti que te llevan a preferir a un tipo de persona concreta sobre otro… En especial cuando te atraen las personas inadecuadas: aquellas que te intoxican, dañan y someten.
- De los modos en que te comunicas y estás presente en una relación. Es decir: tu implicación, tu impulso, tu aporte a la misma. Tu reciprocidad. Tu conexión.
- De tu comprensión acerca de cómo experimenta y manifiesta tu pareja esas mismas cosas que tú necesitas tener claras para ti mismo. Para no marearla a ella, y no permitir que te maree nadie a ti.
Y esa es mi labor para conmigo y para con otros.
Arreglar esos vínculos internos que tengamos jodidos, y crear otros nuevos si es preciso.
Hice mi oficio en base a sanar mis relaciones y las tuyas en Comunidad, para ayudarnos a convertirlas en Relaciones Auténticas.
Para que tengas algo de reflexión hoy, te invito a leer este texto cuantas veces haga falta.
Y si con este de sanar mis relaciones ya tuviste suficiente, aquí te dejo este otro para sanar las tuyas.
Basta con pinchar en la imagen o tocarla, y se abrirá en otra ventana:
Las seis cosas que te alejan de las relaciones que sueñasEn este segundo texto comparto detalles acerca de las seis cosas que te alejan de tener la relación con la que sueñas.
También incluyo algunas soluciones que aprendí a base de sanar mis relaciones y ayudar a otros con las suyas. ¿Te animas a leerlo?
Así podrás ver si también tiene sentido para ti trabajar sobre esos aspectos, o si necesitas otra cosa en este momento. Y si te da por trabajar conmigo, sabremos si estás a tono para entrar en la Comunidad Fluyendo y currártelo para tener una sexualidad consciente y relaciones más auténticas.
Por ahora, y si lo deseas, puedes contarme tu propia historia.
Es importante conocer cómo te han marcado las relaciones que has tenido hasta ahora… Porque te ayuda a descubrir su influencia en tu forma de funcionar hoy en día.
Y especialmente, ayuda a resolver situaciones de malos anclajes. Ya sabes, esas donde alguien que salió de tu vida hace años sigue teniendo poder sobre ti y sobre tus actos.
A mí me ayuda mucho eso de revisarme a menudo para saber si tengo que sanar mis relaciones de alguna manera.
¿Cuál es tu criterio para ello? Compártemelo en los comentarios, que seguro que es de gran ayuda.
Nos leemos pronto.
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