La semana pasada conté en qué consiste el acoso escolar y qué aspectos debemos observar para poder detectar si nuestro hijo puede estar sufriéndolo. Sin duda, detectarlo cuanto antes es vital para que nuestro hijo no esté sometido a amenazas durante mucho tiempo lo que podría tener consecuencias a largo plazo en su desarrollo emocional.
En ocasiones, y debido a la sobrecarga que supone conocer que nuestro hijo está sufriendo humillaciones o amenazas en el colegio, nos lanzamos a protegerle sin tener muy claro cuáles son los pasos a seguir. Está claro que lo prioritario es que nuestro hijo deje de sufrir el acoso, pero si queremos que salga fortalecido de la negativa experiencia que está viviendo debemos cuidar la forma en que lo resolvemos.
¿Qué necesita mi hijo?
Lo primero que necesita es un espacio seguro, comprensivo y amable donde poder expresar lo que le está sucediendo. Por eso, necesitaremos ganarnos su confianza.
Nuestro hijo necesita saber que lo vamos a entender y que vamos a actuar de la mejor forma posible, sin sobresaltos ni respuestas impulsivas que le pongan en más peligro. Por eso lo que vamos a transmitirle es que:
- Nosotros le vamos a creer siempre y siempre vamos a confiar plenamente en su testimonio
- Le vamos a escuchar, sin juicios, sin sobresaltos y sin buscar culpables.
- Le vamos a ayudar a resolverlo, nunca vamos a empeorarlo y no vamos a hacer nada que él no quiera que hagamos
- Creemos en él y en su capacidad para resolver la situación, aún sabiendo, que la situación es difícil.
- Podemos enseñarle formas y estrategias para defenderse
¿Qué NO debemos hacer?
Aunque los padres tengamos la mejor intención, en ocasiones podemos hacer cosas que más que ayudar a nuestro hijo le están produciendo más angustia. A veces, con los nervios y las ganas de protegerle le acabamos transmitiendo la idea de que han hecho algo mal. Y entonces, solo conseguimos que se sientan peor. Hay que estar atentos y evitar en lo posible hacer cosas como:
1. Restarle importancia a lo que está ocurriendo. ”¿A quién no le han pegado alguna vez en el colé?” o “Bueno hijo, hay que hacerse fuerte”
Si nuestro hijo se ha sincerado y nos cuenta con angustia una situación que está viviendo en el colegio, de poco le va a servir que mostremos normalidad y que tratemos de “quitar hierro al asunto”. “¿A quién no le han pegado alguna vez en el colé?” o “Bueno hijo, hay que hacerse fuerte”
2. Echarle la culpa a la escuela o a los profesores (“ya le decía yo a tu padre que en este colegio ibas a tener problemas“).
No solo no merece la pena buscar culpables, sino que puede tener un efecto contrario a lo que queremos. Si nuestro hijo percibe que el colegio o los profesores no le pueden ayudar, sentirá cada vez más miedo y se sentirá más desamparado. Quien le está acosando es quien está realizando las cosas mal, y entre el colegio y la ayuda de los padres él puede resolverlo.
3. Enemistarse con los padres de los niños acosadores.
Nuestro hijo necesita resolver su conflicto, no necesita que nosotros creemos otro conflicto nuevo. Además, nosotros estamos actuando como su modelo de resolución de conflictos por lo que montar una bronca no le va a ayudar a aprender a afrontar sus conflictos de forma eficaz.
4. Buscar posibles razones por las que se ha podido meter en ese lío. (“ya te dije que con esa ropa que llevas no podías ganar amigos“)
Si empezamos a pensar en cómo ha podido acabar siendo el acosado lo que le estamos transmitiendo es que él tiene la culpa y que sus acosadores tienen razones para hacer lo que hacen. No hay nada que justifique que una persona acose a otra. Esto debe quedar muy claro desde el principio.
5. Optar por la solución más fácil.“No vuelves más al cole y buscamos otro hijo. ¡tú no te preocupes! “
La situación puede desbordarnos tanto que optemos por la solución más fácil, aunque a simple vista puede parecer una opción, desde luego, no puede ser la primera opción. Tomar esa decisión sin haber intentado primero resolver las cosas, es evitar el problema y no afrontarlo. En una situación así le estamos enseñando a nuestro hijo cómo resolver los conflictos, si optamos por la solución fácil, ellos nunca aprenderán a afrontar sus problemas, aprenderán a evitarlos. Además, le estamos transmitiendo la idea de que ellos no pueden resolverlo, de que no confiamos en su capacidad para resolver la situación. ¡Un desastre para su autoestima!
Y entonces, ¿que hacemos ante el acoso escolar?
Hay tres cosas fundamentales que tenemos que hacer si confirmamos que nuestro hijo está sufriendo acoso en el colegio:
-
Mostrarle todo nuestro apoyo y confianza en sus capacidades para resolverlo
-
Mostrarle nuestro cariño incondicional
-
Negociar con él los pasos a seguir para conseguir solucionar la situación
Nunca debemos de tratar de solucionarlo por nuestra cuenta sin hablar con nuestro hijo con mensajes como “somos tus padres, así que no te preocupes, nosotros lo resolveremos todo“. Esta actitud, más que ayudar puede empeorar la situación en el colegio y lo que es peor, dar la impresión al niño de que sus padres no confían en él, que es débil y necesita que otros le resuelvan sus problemas.
Tampoco hay que dejarse llevar por la ira inicial, aunque hay que actuar cuanto antes es importante “mantener la sangre fría”, reflexionar y seguir esta secuencia de pasos:
- Animar al niño a que cuente todo lo sucedido en un espacio tranquilo y acogedor, hacerle preguntas sin alterarse y evitar los dramatismos. Es importante averiguar lo que ocurrió, quién estaba implicado, dónde ocurrió, cuándo, cuántas veces y si hay testigos de lo sucedido.
- Acordar con nuestro hijo qué paso dar a continuación. Es posible que al contar lo sucedido en un espacio tranquilo el propio niño piense en una manera de resolverlo por sí mismo, hablando con compañeros, con un profesor con el que tenga especial confianza, o con los propios agresores. Si no es así, podemos proponerle varias opciones y reflexionarlo con él. Ayudarle a pensar en los pros y contras de cada opción. Mostrarles que podemos ayudarles, pero dejar que sea él quien decida si quiere hacerlo solo o quiere nuestro apoyo.
- Comunicar al colegio lo que está sucediendo -siempre con el acuerdo previo de nuestro hijo- y valorar con ellos medidas a adoptar. Tratar de elegir siempre a la persona idonea, en ocasiones nuestro hijo prefiere hablar con un profesor en concreto, con el orientador del centro o con el director, antes de acudir al tutor.
- Hacer un seguimiento con nuestro hijo y con el centro acerca de las medidas adoptadas.
Una vez resuelta la situación, es fundamental hacer un seguimiento desde casa de lo sucedido. Una buena idea, es preguntar a nuestro hijo por lo sucedido un tiempo después, esto nos ayudará a ver cómo nuestro hijo se lo ha contado a sí mismo y qué ha aprendido de la experiencia. Es posible que tiempo después cuente que tuvo un conflicto pero que otros tuvieron que ayudarle a resolverlo, o que hay niños que son malos y esas cosas siempre van a pasar. En estos casos podemos debatir con preguntas con nuestro hijo, destacando como él tuvo el valor de contarlo a pesar de que estaba en una situación difícil y explicarle cómo él propuso la solución más acertada. Lo ideal es que pueda ver que aunque tuvo un conflicto él logró resolverlo y se sienta orgulloso de ello.
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