¿Tienes un gato en casa y sospechas que te provoca alergia? No sería extraño, especialmente si sufres de asma o de otras reacciones de este tipo pues se calcula que hasta un 30% de los alérgicos manifiestan síntomas ante los animales domésticos, sobretodo los felinos. De todos modos, antes de tomar la decisión drástica de echar de casa a tu gato, debes saber que hay otras opciones a intentar. Y, por supuesto, debes empezar por tener un diagnóstico médico que te asegure que eres alérgico a él.
Para empezar debes saber que en realidad la alergia a los animales domésticos es la reacción de un sistema inmunológico demasiado sensible a los alérgenos, que son las proteínas de su saliva, orina o caspa. En el caso de los gatos, la alergia se produce a la proteína fel d 1 que se acumula en sus pelo y cuya concentración está muy relacionada con sus hormonas. Por eso, en los gatos castrados disminuye notablemente.
Los principales síntomas que sufre una persona alérgica a los gatos son esencialmente de tipo cutáneo y respiratorio y van desde a la rinoconjuntivitis típica al asma grave, pasando por la urticaria por contacto y las erupciones pruriginosas sobre el rostro, cuello y tronco.
Aunque se sufran estos síntomas no hay que optar por deshacerse directamente del gato que tenemos en casa, ya que estos problemas pueden corresponder a otras causas. Es importante que acudamos a un especialista que nos realice las pruebas que permitan certificar que realmente sufrimos alergia a los felinos.
Si el resultado es positivo y, por razones sentimentales, no queremos desprendernos de nuestra mascota podemos optar por tomar una serie de medidas que nos ayuden a vivir mejor en casa: impedir que el gato acceda a nuestro dormitorio, evitar las alfombras, usar mascarilla al pasar la aspiradora, usar purificadores de aire y extremar la higiene del animal con cepillados y baños. La esterilización del gato, sobretodo en los machos, tal y como hemos dicho antes ayuda también mucho a la disminución de su producción de alérgenos.