Revista Diario
Frenar el Negrevercarruaje suavemente, equilibrar pie derecho, caja de cambios, la ventanilla que baja automáticamente, el botón que es apretado, el tiquet del garaje y salpicadero. La tentación vencida de sujetar la tarjeta con la boca, como en un suave beso apresurado, como si no fuera posible alargar la mano para dejarla: la prisa por seguir, levantar el pie del freno, acelerar ligeramente, subir -o no- la ventanilla, buscar dónde aparcar en este parking cercano a la estación.
